martes, 11 de octubre de 2011

Expedición al Cerro Martial:

Expedición al Cerro Martial: Una experiencia para no repetir

Federico Serino. Miembro del Explorer Club

Fecha: 31 de setiembre 2008

Integrantes: Federico Serino, Fernando Olivero

Nota: Las disciplinas de escalada, montañismo y la espeleología son actividades de riesgo. Las montañas y las cuevas constituyen un ambiente cambiante y de riesgo. Se recomienda iniciar cursos con personal competente y la utilización de equipamiento homologado y actualizado.



Federico Serino

Refugio CAU: Club Andino Ushuaia
 

Pasando un paso expuesto hacia el glaciar Martial
Fernando Olivero
Fernando descendiendo en medio de una fuerte nevada

A las 8 AM partimos en un vehículo desde la ciudad de Ushuaia hacia la entrada al complejo “Aerosilla” del Glaciar Martial, que se apoya sobre el cerro del mismo nombre, con una altitud de 1000 msnmm.

Comenzamos la caminata por la variante uno de la pista de esquí que sigue el descenso de la aerosilla.
El tiempo se presentaba cubierto, viento variable de los 260º a los 300º, entre 20 y 30 nudos, con nevadas intermitentes.
Al llegar a la bifurcación que divide el “cañadón negro” del glaciar en sí, tomamos una senda hacia el Noreste, con una pendiente aproximada de 45º con sectores algo mayores, lo que nos obligaba a apoyar las manos para sostenernos.

El equipo era el normal para días nevosos en el sur de la patagonia: Camperas, pantalones impermeables, polainas, antiparras de sky, guantes triples, y en la mochila, cordín de 8 mm, arnés y mosquetones de seguridad, agua y alimentos para el día.
Uno de los integrantes portaba crampones de cinta y botas flexibles. El otro tenía botas dobles plásticas y no llevaba crampones. Ninguno tenía piolet, sólo se contaba con dos bastones telescópicos de trekking.
La cuesta comenzó a empinarse y las nevadas comenzaron a intensificarse, lo que por momentos reducía la visibilidad a cero y nos hacía agachar para resguardarnos del fuerte viento.

Cuando llegamos a una ladera que formaba parte de la antecumbre decidimos bajar, ya que las condiciones del tiempo empeoraban siendo aproximadamente las 11:30 AM.
El descenso lo realizamos sin encordar, tomando yo (Federico) la delantera y Fernando detrás, ya que no tenía camprones y debía descender con mayor cuidado.
Aprovechando un momento a que llegue mi compañero, y al no reconocer los lugares de descenso, intento cruzar una ladera empinada (50º) para revisar si por el otro lado de la misma la maniobra era mas segura.

En un instante, el crampón derecho se suelta en la puntera (mis botas no eran rígidas y la flexión permitió que se suelte el crampón) y quedé en el medio de la ladera sin encordar, con una fuerte tormenta y con un pié inservible.
La precariedad de la situación me llevó a tomar decisiones que uno a veces no desea: si continuaba por la ladera no sabía con que me iba a encontrar mas adelante, si desandaba el camino, debía realizar un esfuerzo enorme para el cual mis fuerzas ya no me acompañaban.

Fernando a cien metros me apoyaba moralmente, pero en realidad me sentía muy sólo y con la responsabilidad de que la decisión sería “sólo mía”.

Comencé a desplazarme lateralmente, cavando escalones, uno a uno, con el pie sin camprón y una vez que este pie estaba apoyado, movía el otro, ayudándome con el bastón de trekking.
Pude soltar finalmente el crampón colgado de la bota y lo utilicé para afirmarme con la mano a la ladera.

En aproximadamente una hora logré llegar a mi punto de partida, por supuesto que con un agotamiento extremo.
Pude sentarme un momento para recuperar algo de fuerzas y templanza, para luego volver a subir para intentar otro camino.
La frustración que sentía, era por no poder logar un punto firme para sacar las cuerdas y el resto del equipo, para intentar una maniobra más segura y menos agotadora.
El tiempo continuaba con nevadas, y en los pocos momentos de calma aprovechábamos para buscar el camino por dónde bajar.
Encontramos un sector de rocas y tierra con nieve débil para intentar el descenso.
Paso a paso bajamos por esta ladera hasta que, penosamente, llegamos al tan ansiado valle.
Luego continuamos descendiendo por una suave pendiente y el resto del camino utilizamos la “aerosilla”.

Como conclusión es importante tener en cuenta que en la montaña, hasta el lugar mas simple puede volverse una trampa. Se debe tener un plan de  contingencia y preparar la salida con el equipo necesario para las circunstancias.

La planificación incluye el chequeo de los partes meteorológicos y sobre todo no tener el “apuro” del tiempo para regresar.

Como experiencia puedo contar que siempre trato de sacar una fase “aprovechable” de la situación, la misma es que mantener la cabeza “fría” para tomar decisiones puede sacarte de momentos difíciles.

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