La exploración y el turismo de aventura en el siglo XXI
Por Federico Serino. Piloto de Transporte
de Línea Aérea, Instructor de Buceo, Montañista
Miembro Explorer Club FCI 05
Comencé este articulo reflexionando sobre esta
foto tomada por el Sherpa Nirmal Purja y el increíble atolladero
de escaladores de expediciones comerciales esperando para acceder al Escalón
Hillary (Everest’s Hillary Step) en la
temporada 2019 de “excursiones” al Everest. Muchos de los retratados en esa “cola
de banco” no volvieron… murieron de MAM (Mal agudo de montaña) a pasos de la
gloria…o de tratar de colgar la fotito de rigor en algún lugar.
Si hay un lugar donde NO se debe estar esperando para ir a ningún lado, es justamente este: a casi 8700 metros de altura!! Amo la exploración por sobre todas las cosas, pero no me animo a realizarme un "Sepuku" (N del A: ritual suicida de honor de los Samurai japoneses) autoasistido sin razón...
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Nirmal Purja shot, backlog at Everest Hillary Step went viral in 2019. Photo, Project Possible |
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Quiero dejar bien en claro mi posición al respecto:
Elegí una profesión que me permita explorar y que alguien me pague por hacerlo,
no podría haberlo hecho de otro modo. Nací en el país y en el siglo equivocado... la argentina del siglo XX en el cual crecí y me formé, y sobretodo esta actual, es muy dificil para emprender estas profesiones. Sinceramente la de aviador me permitió viajar, conocer y descubrir muchísimos lugares que de no ser por ella, no hubiera podido acceder. Asimismo, ser instructor de buceo y montañista complementan la formación básica que entiendo debo tener para aventurarme a estas actividades; también asumí y sigo asumiendo mis
riesgos por realizarlas, no inmiscuiría a nadie sobre las posibles
consecuencias de las aventuras que emprendo. Por supuesto, y debo aclararlo, cuando realizo mi actividad como Capitán o cuando guío algún grupo, ya sea en aguas abiertas o en terrenos escabrosos, el riesgo se controla. Como establece el programa SMS (Safety/Security Management System) que aplicamos en los departamentos de GSO (Gerencia de Seguridad Operativa) de las Líneas Aéreas, el riesgo SIEMPRE está presente en alguna operación, el tema es que DEBE estar reconocido y controlado.
El turismo alternativo o de aventura nació a finales del siglo pasado. Anteriormente cuando recorría lugares alejados o desérticos, era muy difícil cruzarse con alguien por esos alejados sitios.
Hoy en día siempre hay un ciclista solitario o un navegante que intenta alguna utopía, esos son los aventureros... pero también están los "bolsillos ligeros" para pagar cualquier excentricidad, que reconozco me producen una insana envidia, como por ejemplo el turismo espacial... siempre quise ser astronauta, viajar al espacio fue mi sueño inconcluso e imposible, por eso me hice piloto. Hoy algunos pueden hacerlo y pagar el oneroso costo que cuesta la excursión, yo no puedo...También reconozco a las empresas que llevan o
permiten cumplirles las expectativas a las personas que puedan tener los
bolsillos abultados para desembolsar el alto costo que estas actividades requieren.
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El "turismo espacial". foto Web sin acreditar
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Recomiendo especialmente leer el libro "Seguridad y Riesgo, Análisis y Prevención de Accidentes en Montaña" de Pit Schubert, Ed. Desnivel. El libro fue escrito antes del auge del turismo alternativo, y ya por esos tiempos se habían incrementado de manera exponencial los accidentes relacionados con descuidos y negligencias en actividades en la naturaleza.
Una frase fantástica del Ing. alemán Pit Schubert es: "...un riesgo conocido ya es solo la mitad del riesgo..." (N del A: Schubert utiliza la palabra "peligro", ya que el libro fue escrito en 2002 cuando todavia los programas SMS no estaban actualizados)
Ahora bien, todo esto es fantástico cuando las cosas salen bien, pero si no es así...
En esta última temporada en Himalaya, un “cliente”
de una de las empresas que llevan turistas al Everest, le inició juicio al guía
responsable porque este decidió no continuar con el ascenso debido a un
peligroso Serac que se encontraba colgado en la cascada de hielo del Kumbu (posterior
al Campo Base, BC del Everest y en ruta hacia el Campo 1) y amenazaba con
caerles a los expedicionarios en sus "costosas" cabezas. La excusa de la demanda: “Incumplimiento de
contrato”.
Veamos el razonamiento del encargado de la excursión: si los clientes morían debido a la caída
de la enorme mole de hielo, los medios se hubieran llenado de artículos al
respecto criticando, posiblemente la acción temeraria del guía. Como no lo hizo, y tomó la decisión de suspender el ascenso, el cliente "enojado y frustrado" optó por demandarlo... En estos lares
se lo conoce como el síndrome de la “gata flora”. Si no saben a qué me refiero
usar buscador.
Recuerdo hace muchos años, un vuelo que debía realizar a una zona turística muy "de mode" en los fines de los ochenta: el tiempo era pésimo. En algún momento unos de los pasajeros me "informa" que habló por teléfono (de línea, los celulares no existían) con un amigo que estaba en la playa mirando el sol y que eso era suficiente para presionarme y realizar el vuelo. Por supuesto que todo este argumento era desaconsejable por mi, debido a que en el medio de la ruta había una pared de tormenta impasable...
Reconozco que en algún punto sentí la presión. Pero por suerte tomé la decisión que era la más importante: la mía propia (N del A: esperé a que pase la actividad convectiva de tormenta y salí luego que mermara)
Otro caso muy lamentable que aconteció por estas
pampas hace unos años, fue el caso de un guía que falleció en Aconcagua junto a
uno de los clientes cuando intentaron descender de la cumbre y equivocaron el
camino cuando intentaron bajar por “Polacos”.
También dio lugar a un lamentable raid mediático
que produjo un debate “mundial” y “faizbusesco”
donde todos opinaban del caso sin siquiera haber movido de su cómodo sofá ni un
solo centímetro de su anatomía.
Como dijo el explorador del Ártico George
Washington De Long en 1879: “Invernar en
la banquisa de hielo puede ser emocionante cuando se lee algo sobre ella junto
a un buen fuego en un sillón cómodo, pero vivirla realmente basta para que un
hombre envejezca prematuramente”
El tema es, puede realmente cualquier persona acceder a realizar
todo?, o en ese caso, si alguien se arriesga, que derecho tiene de acusar al que
lo ayudó a intentar esta utopía?
Seguiré explorando y descubriendo experiencias, es
cierto que ya en estos tiempos quedan nada de cosas por descubrir, pero el espíritu
sigue firme y expectante.
Debajo transcribo el artículo publicado en "Explorer Web" de un explorador americano enojado con el "Explorers Club de NCY," Elon Musk de Tesla Inc. y Jeff Bezos de Amazon.... probablemente le pase como a mi... no nos eligieron para realizar esas aventuras... si supiera donde enviarles mi CV lo haría...
Por qué dejé el “Explorers Club”
Por Lawrence Millman
Viajes de aventura en el Ártico 06/03/2019
El adjetivo “prestigioso” se usa comúnmente para
describir a la organización conocida como “Explorers Club”. Sin duda, esto se
debe a que los miembros anteriores han incluido personas tan prestigiosas como
Sir Edmund Hillary, Roald Amundsen, Charles Lindbergh, Jane Goodall, Thor
Heyerdahl, Tenzing Norgay, Peter Freuchen y Robert Peary. Ahora, Con respecto
al último de estos individuos, el Club fue inaugurado en 1907 como el Club
Ártico de América para ayudar a financiar su obsesión por alcanzar el Polo
Norte. Peary fue uno de sus primeros presidentes. Un presidente anterior fue Frederick
Cook, quien fingió haber alcanzado un primer ascenso del monte McKinley y un
exitoso asalto al Polo Norte.
Como especialista en el Ártico, me convertí en
miembro del “Explorers Club” en 1990. En ese momento, el Club todavía estaba
más o menos dedicado a promover su fase más tradicional: la exploración real. Así,
alcanzar las grandes cumbres con métodos tradicionales, la exploración de
las fosas marinas, la recuperación de
naufragios, las selvas tropicales y los desechos congelados seguían siendo la
parte más significativa de su agenda. También lo fue el estudio de los pueblos
indígenas que vivían fuera del mapa.
Ya sea que el objetivo de un explorador sea un pico sin escalar, un
trozo de geografía no visitado o un grupo de personas apenas contactado, él o
ella alguna vez utilizó lo que Winston Churchill se refirió como "sangre,
sudor, trabajo y lágrimas". Cada vez más, esas palabras se han vuelto del
todo irrelevantes con respecto a los compromisos del Club. Las personas que han
viajado en costosos cruceros a (entre otros lugares) la Antártida, ahora están
ingresando en la lista del Club. Porque pueden pagar fácilmente las cuotas
anuales de varios cientos de dólares y, una vez hecho, pueden comentar:
"Oye, estoy en el Club de Exploradores". Dios, debes ser prestigioso,
podrían pensar sus oyentes.
Las cuotas de estas personas, junto con una costosa tarifa de iniciación,
brindan apoyo a una organización conscientemente exclusiva que nunca podría
estar ubicada al lado de una tintorería en Harlem o una tienda de conveniencia
en el Bronx. Todo lo contrario. Desde 1965, la sede del Club ha sido una
elegante mansión jacobea de seis pisos en 46 East 70th Street, en el Upper East
Side de Nueva York.
Para aquellos lectores que no estén familiarizados con la geografía de la Gran Manzana,
el Upper East Side es el hábitat preferido de la clase adinerada de la ciudad,
especialmente los directores ejecutivos de grandes corporaciones. De hecho,
muchos de los funcionarios del Club ocupan condominios en el Upper East Side.
Ciertos miembros, realmente han sugerido que el club sea rebautizado como Upper
East Side Club. Los intentos de trasladar la sede del Club a otro lugar,
incluso a algún lugar fuera de la ciudad, han fracasado... por la misma razón
por la que no se puede trasladar Wall Street
De acuerdo con su hábitat, el Club se ha renovado en un esfuerzo por atraer
patrocinadores corporativos, muchos de los cuales viven a la vuelta de la
esquina. Para hacer esto, el Club no puede decir: "Oye, tenemos un tipo
que está buscando sitios de “Thule Period Inuit” en “Jan Mayen Land".
Tampoco puede decir: "Tenemos una chica que está investigando isópodos gigantes
en la Fosa Marina". Los patrocinadores potenciales parpadearían sin
comprender. Pero un patrocinador buscaría su billetera al escuchar esta
declaración: "¡Aquí hay un tipo que es un genuino ingeniero bioquímico
aeroespacial!" Da la casualidad de que el Club otorgó recientemente uno de
sus premios Lowell Thomas a un ingeniero bioquímico aeroespacial. (Nota: Lowell
Thomas era un magnate de los medios de comunicación y aspirante a explorador
que ayudó a financiar la compra de la mansión jacobea del Club).
Tal vez no sea sorprendente que muchos miembros
nuevos del Club sean supuestos técnicos cuya idea de exploración no se extiende
más allá de sus computadoras. La “percepción remota” parece ser una de sus
actividades favoritas. Personalmente, creo que escanear la Tierra con un
satélite es considerablemente menos interesante que escanearla con los ojos...
o, de hecho, pararse sobre ella con los pies. Así que cometí la siguiente
broma: creé a un experto en muñecos de nieve abominable llamado Albert Yetti, y
lo propuse como miembro del Club. Usó la teledetección para localizar a su
sujeto, de modo que no tuviera que dejar sus excavaciones en el Upper West
Side. Yetti se habría convertido en miembro si yo no hubiera confesado mi
crimen en el último minuto.
No era la única persona del Club que no pensaba
que la exploración debería ser sinónimo de tecnología. Nuestra actitud no fue
apreciada por uno de los presidentes, que prometió arrastrarnos, dijo,
"pateando y gritando hacia el siglo XXI". En mi opinión, esto se
parece mucho a la visión positiva de Henry Morton Stanley (de la fama de
Stanley & Livingston) de haberse abatido en África para rescatar a Emin
Pasha, que no quería ser rescatado. “Lo abrí [África] a la influencia
civilizadora de la empresa comercial”, escribió Stanley.
Hablando del siglo XXI, dos de sus personas más conocidas han recibido
recientemente importantes premios del Explorers Club. ¿Puedes adivinar quiénes
son? ¿El escalador Reinhold Messner? ¿El explorador ártico Will Steger? No, ninguno
de los anteriores. Las personas en cuestión son Elon Musk, fundador de PayPal y
cofundador de Tesla y Jeff Bezos, fundador de la empresa que mata a los
editores llamada Amazon. Ambos tienen interés en el espacio ultraterrestre y,
en consecuencia, la tecnología necesaria para visitarlo. Musk, que quiere ser
la primera persona en morir en Marte, recibió el Premio de los Presidentes del
Explorers Club en 2014. Bezos, quien ha trabajado en la recuperación de motores
de cohetes M-1, recibió el Premio a la Innovación Espacial Buzz Aldrin en 2017.
Estos dos tecno - capitalistas elogiados
fue, para mí, la penúltima gota del vaso.
En 2017, le pregunté al Club si podía hacer una
presentación sobre mis expediciones a varias partes remotas de la Bahía de
Hudson. Hice presentaciones similares sobre mis expediciones a diferentes
partes del Ártico tanto en la década de 1990 como a principios de la de 2000, así
que pensé que la respuesta sería positiva. Qué equivocado estaba. "No eres
un explorador", me dijo el responsable de los hechos. Si los señores Musk
y Bezos son exploradores, entonces yo no soy realmente un explorador. Después
de todo, he realizado más de 30 expediciones al Ártico y al Subártico, pero no
tengo ninguna asociación con Tesla Motors o Amazon, aunque una vez fui en una
expedición al Amazonas. Tampoco he hecho un solo viaje, virtual o de otro tipo,
al espacio exterior.
Esta fue la gota que colmó el vaso y decidí dejar
que mi membrecía del Club de
Exploradores caducara. Al hacerlo, estaba en buena compañía, porque Conrad
Anker y Paul Theroux, entre otros, también han dejado que sus membrecías
caducasen. Ahora planeo unirme al Whisky Explorers Club, que, afortunadamente,
no es una organización prestigiosa.
Sobre el Autor. Lawrence Millman
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Diploma Explorer, Foto Lawrence Millman
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Lawrence Millman es un hombre de muchos talentos.
Como autor, ha escrito 16 libros, incluidos títulos como Last Places, A Kayak
Full of Ghosts, An Evening Among Headhunters, Lost in the Arctic y, más
recientemente:
En el fin del mundo: una verdadera historia de
asesinato en el Ártico (2016)
Poliporos gigantes y renos apedreados (2013)
Senderismo a Siberia (2012)
Hongos fascinantes de Nueva Inglaterra (2011)
Como micólogo, ha estudiado hongos en todo el
mundo, pero especialmente en su propio patio trasero de Nueva Inglaterra. Y
como explorador, ha realizado más de 40 viajes y expediciones al Ártico y
Subártico. La foto lo muestra en un estado de ánimo contemplativo en una playa
de Siberia.
Bibliografia y Fuentes:
https://es.wikipedia.org/wiki/Paso_Hillary
Explorer web:
https://explorersweb.com/2020/10/06/fakin-it-exploration-hoaxes-part-i/
Schubert Pit, Seguridad y Riesgo, Ed Desnivel, Madrid, 2007. 347 pp