viernes, 7 de octubre de 2011

Cerro Negro, Cordón del Plata. Mendoza


Expedición al Cerro Negro, Cordón del Plata. Mendoza
Por Federico Serino, Presidente Asociación Amigos del Museo Arg. de Ciencias Naturales, Miembro del Explorer Club

Fecha expedición: 2 de abril 2010 
Integrantes:  Federico Serino. Chiche y Carli Figueroa y Rubén desde Mendoza; Jorge, Flavia y “Pochi”

Jorge Campora, Federico Serino, llegando al campamento base


Montando el campo base. De izq a der: Federico Serino, Pochi, Carli Figueroa, Rubén Mateo
Quebrada de la angostura
Al fondo: Cerro "Morro del Negro"
El río... casi 60 metros debajo!!!
Federico, Jorge
Día de niebla cerrada
Al fondo, Cerro El Plata
Fede, Chiche, Carli, Jorge, Flavia, Pochi
Vadeando el río en el regreso
Un curioso y hambriento amigo
Cerro Negro, Cordón del Plata. Mendoza

Fecha expedición: 2 de abril 2010

Este es el relato de la travesía que realizamos con nuestro  “viejo y querido” grupo montañero, en travesía desde el refugio “El Chacay" o Don Bosco intentando la cumbre del Cerro “Morro del Negro”  para luego dirigirnos al  “Cerro Negro”, en el Cordón del Plata, Vallecitos, Mendoza, al cual se le van sumando cada vez más integrantes.

Partimos el jueves 2 de abril, cada uno de diferentes localidades y formas:

Chiche, Carli y Rubén desde Mendoza; Jorge, Flavia y “Pochi” desde baires en auto a los que luego me sumé yo gracias a la siempre diligente gestión de Chiche, que entre trámite y trámite me vino a buscar al aeropuerto para ir hasta la localidad de Vallecitos, donde se encuentra el cordón montañoso.

El Cerro Negro está hacia el Suroeste del  Cordón del Plata, partiendo como dijimos, desde el “Refugio El Chacay” que regentea nuestro buen amigo Rubén Mateo. Esta ruta es otra alternativa interesante que se puede realizar para llegar a la montaña mas alta de la zona: el imponente Cerro “El Plata”, que con sus 6100 metros, es el preferido por los montañeros para preparase en la aclimatación para ir al “Centinela de piedra”… o sea el gigantesco Aconcagua…

El “Negro” tiene una elevación de  5372 metros  y para llegar a él debemos seguir la denominada “Quebrada de la Angostura”. Antes se debe rodear el Cerro “Morro del Negro” de 3635 metros, en una interesante travesía a través de un “pedrero infernal” con una pendiente mas que interesante que nos presentó una dificultad que no esperábamos encontrar.

Partimos a las 5:30 de la mañana, con una noche increíble y despejada, la idea era encontrarnos con el resto del grupo en un lugar denominado “la meseta” donde nos reagruparíamos y continuaríamos todos juntos.

Por supuesto que encontrarnos no fue tan fácil, ya que ninguno estaba en el lugar que pensaba el otro. Por suerte gracias a una eventual “señal salvadora” de celular, pudimos darnos referencias topográficas, mediante las cuales finalmente nos encontramos.

Hicimos un alto para descansar  hidratarnos y comer algo; es de notar que en la ruta que llevábamos no hay ni una gota de agua, así que hubo que racionarla hasta llegar al lugar que pensábamos establecer como campamento base. Aquí es muy importante la planificación y la logística, ya que el vital liquido hay que acarrearlo en todo el trayecto.

Llegamos a una planicie que estaba a 3200 metros y montamos las carpas. Cansados al extremo, dividimos tareas, una de las cuales era de por si bastante dura: bajar hasta el río en busca de agua… decir y hacer es una cosa bastante diferente: descender hasta a la orilla para luego subir con las mochilas cargadas con botellas de agua fue todo un tema.

Luego de una rica cena de arroz con atún, realizada por las damas con aportes “gastronómicos” de cada uno, nos metimos en las bolsas de dormir, para caer completamente extenuados a esperar la mañana siguiente para intentar llegar a la cumbre del Negro.

Fue cómico para los que no podían dormir, escuchar el concierto de ronquidos que se escuchaban entre las carpas. Esa noche fue bastante fresquita, aproximadamente -10º C, lo que hizo que ante la llegada de la fría noche, Rubén nos abandonara y se regresara hacia “El Chacay” (el frío no es zonzo…)

Tres perros nos acompañaron en toda la expedición: El Chicho, el Negro y Saco de pulgas… es increíble lo que trepan estos animales… aparte son una gran compañía y se contentan con un poco de sobras de comida.

A la mañana siguiente amaneció todo cubierto, gris y con un poco de aguanieve. Como es de esperar cambiamos el itinerario y nos dirigimos hacia el Morro del Negro, que teníamos mas cerca.

Cuando comenzamos la trepada las nubes bajaron reduciendo la visibilidad a 3 metros, después de una corta deliberación decidimos bajarnos… en fin, otra vez el clima molestando y arruinando los planes.

El nuevo problema era… por donde bajamos. No se veía casi nada y la ruta que realizamos para llegar no era muy segura para hacer en esas condiciones.

Decidimos hacerlo con las indicaciones que dejó Rubén la noche anterior con la incertidumbre de encontrarnos con algún inconveniente no deseado, o que la pendiente se “enrisque” de tal manera que dificultara el descenso.

Por suerte y a pesar de la nula visibilidad fuimos encontrando los pasos y luego de cruzar el río encontramos la senda correcta.

Que alegría es cuando uno viene cansado y descubre que la senda que eligió por puro “olfato” es la correcta y que no hay que volver a subir para desandar el camino….

Llegamos al refugio donde nos esperaban con unas increíbles empanadas caseras que siguieron a unas partidas de truco, para luego emprender el regreso a Mendoza.

Allí, protagonizamos una increíble boda, la de Jorge y Flavia, con la bendición del “padre Chiche”… en fin sin palabras…


Boda en "El Chacay"

Otra linda reunión de amigos, disfrutando la montaña y esperando realizar la próxima salida.

Integrantes:

Federico, Chiche y Carli, Jorge y Flavia, Pochi y Rubén.


Hasta la próxima salida

Cerro Del Medio, Ushuaia. En solitario





Senda de ingreso, muy bien señalizada gracias al Centro Andino Ushuaia
Izq. vista parcial senda hacia la cumbre

Cruce del arroyo



 
Caña con apacheta indicando la cumbre
CUMBRE!!!



Frasco para dejar testimonios

Cerro del Medio, cordón ciudad de Ushuaia
Por Federico Serino, Presidente Asociación Amigos del Museo Arg. de Ciencias Naturales, Miembro del Explorer Club
Fecha expedición:  25 de enero de 2010

Cumbre del Cerro del Medio (974 msnmm), Ushuaia,

Gracias a la gente del Club Andino Ushuaia que han hecho un excelente trabajo de restauración de picadas, pude encontrar la senda correcta para dirigirme y hacer cumbre en el Cerro del Medio en Ushuaia.

Si bien es un cerro de 974 metros, se parte casi al nivel del mar, desde los 60 metros que tiene de elevación la ciudad de Ushuaia y se sube sin parar… o sea es todo PARA ARRIBA!!

Es una picada hermosa y muy placentera para la vista, llena de pinos, lengas, mallines y turbales….ni hablar de la vista que se tiene en la cumbre: el canal de Beagle, la bahía, el puerto, es hermoso.

Hasta que pude ver un mapa topográfico del lugar, y luego sobrevolarlo en helicóptero, pude ver el cordón completo de los cerros que se aprecian desde la ciudad mirando hacia el Norte: De izquierda a derecha, o de Este a Oeste, para ser un poco mas técnico tenemos: el Cerro Godoy, el  Roy, el Cerro del Medio, el Dos Banderas.

Es una muy linda ascensión para realizarla en el día ya que no tiene dificultad y sólo hay que ser cuidadoso en el pedrero final que lleva a la cumbre. Aquí encontramos un tarro de los antiguos carameleros, donde hay muchísimos testimonios de cumbre.

Se los recomiendo y espero que lo disfruten





Expedición Aconcagua



EXPEDICIÓN  AL CERRO ACONCAGUA

Por Federico J. Serino. Piloto Austral Líneas Aéreas. Miembro del Explorer Club

Nota: Las disciplinas de montañismo, escalada y la espeleología son actividades de riesgo. Las montañas y las cuevas constituyen un ambiente cambiante y de riesgo. Se recomienda iniciar cursos con personal competente y la utilización de equipamiento homologado y actualizado.

Del 4 al 22 de diciembre de 2009


Mapa topográfico con recorrido
Ref: Mapa topográfico Escala 1:100.000. Fotosíntesis Diseños



Preparativos







Ropa 


Botas dobles: fundamentales para no perder los dedos por congelamiento



Federico Serino, Marcos Medina. Laguna Horcones






Campamento Confluencia. 3300 metros


Federico Serino, Jorge Cámpora. Al fondo la imponente Cara Sur


                         La interminable y monótona "Playa Ancha".... llegando a Piedra Ibañez, 3790 metros


Refugio destruído "Colombia" antes de la "Cuesta Brava"




Campamento Plaza de Mulas. 4100 metros

Plaza de Mulas en  ruta hacia Plaza Canadá, vista desde "Piedras Conway" 4750 metros


Hotel Plaza de Mulas, 4300 metros


Leo, el gran Chuki (QEPD), Federico, Marcos


Al fondo, Cara Oeste









Otro despertar a -15ª


Agua congelada dento de la carpa... hay que ponerlas dentro de la bolsa




Federico Serino, Jorge Cámpora. Plaza Canadá 5100 metros


Jorge Cámpora, Federico Serino, Campo "Plaza Canadá", 5100 metros... hacia Nido de Cóndores 5700...






Esquema de la ruta normal, cara Noroeste (WEB )


Relato de la expedición:

¿Como contar una experiencia que fue profunda e intensa, pero a la vez dura e inquietante…?

¿Qué palabras usar para que poder transmitir fehacientemente los numerosos sentimientos que desencadenan una serie de acontecimientos que pueden ser considerados como “peligrosos”…?

¿Es tal vez la íntima relación del ser humano con la naturaleza o simplemente la arrogancia de demostrarse a uno mismo de lo que se es capaz de arriesgar para conseguir una meta…?

Muchas preguntas como éstas fueron las que pasaron por mi cabeza hace diez años cuando participé en una presentación sobre las características del  ascenso al cerro Aconcagua que, con sus 6962 metros, es la montaña más alta de América y marcó profundamente en mí, el deseo de escalarla y conocer sus íntimos secretos.

¿Sería lo suficientemente fuerte y perseverante para afrontar ese desafío? ¿Mi mente y mi espíritu estarían acorde a tamaña empresa?... hoy después de dos intentos infructuosos todavía no lo puedo contestar…

Con un montón de dudas y zonas oscuras decidí, a pesar de todo, iniciar el proyecto y me puse al frente en los aspectos referentes a la logística general de esta expedición, preparativos que llevaron dos años de intensas gestiones: búsqueda de equipo en general, comida adecuada, artículos de campamento, permisos de ingreso, formas de traslado y sobre todo y lo mas importante, compañeros que quisieran acompañarme para iniciar esta odisea, sin los cuales sería imposible, acometer con éxito y sin poco riesgo una tarea de tal envergadura. Este aspecto puede parecer muy simple, pero siempre cuando uno inicia este tipo de aventura, al principio tiene mucha gente que quiere sumársele, pero al final, al real momento de tomar la decisión, solamente queda un número ínfimo de participantes.

Por fin pude poner fecha a la partida, pactada para el 4 de diciembre de 2009, tratando de hacerla coincidir con mis vacaciones anuales y con la temporada de ingreso al Parque Provincial Aconcagua, donde se encuentra el imponente coloso, también llamado “Centinela de Piedra”.
Si bien esta fecha no es la mejor opción en cuanto a previsiones de clima, era la única disponible y así hubo que proceder… más adelante esta decisión sería una de las tantas a lamentar…

La temporada de acceso al Aconcagua se divide en alta, media y baja, entre el 15 de noviembre al 15 de marzo. La mayormente solicitada por las expediciones, y también la más onerosa en cuanto a tarifas, es la el mes de enero, temporada estival en el hemisferio austral.

En el año 2008, organicé una primera expedición exploratoria, para conocer el lugar y determinar posteriores acciones a seguir. Me acompañó Marcos Medina, un entrañable amigo que está trabajando en Emiratos árabes como piloto y que fue de gran ayuda en esta primera etapa de exploración, conocimiento y descubrimiento.

Como segunda parte de todo comienzo y descubrimiento, vino la expedición 2009. El objetivo planteado era el ascenso propiamente dicho y ataque a la cumbre, donde mi compañero fue Jorge Cámpora, Ingeniero Químico y  gran montañero.

Para darse una idea, la cantidad y calidad de los elementos utilizados en este tipo de aventura, es de vital importancia. Es indispensable contar con ropa de protección contra el frío, camperas técnicas de telas especiales como el Goretex; camperas de pluma de ganso de Duvet; botas plásticas dobles y guantes mitones de pluma para evitar los tan temidos congelamientos, que de no ser tratados terminan en amputaciones debido al proceso de gangrena que se forma en las extremidades; carpas de alta montaña con las características adecuadas para soportar severas condiciones de nevadas, granizos y vientos huracanados; sacos de dormir también de pluma de ganso, para soportar temperaturas extremas de -40º C; packs de comida liofilizada, que son en esencia, alimentos deshidratados; bombonas de gas propano butano y combustible líquido o bencina para los calentadores; y un sinnúmero de elementos, que en nuestro caso especifico sumaban la friolera suma de mas de 70 kg. Todo esto debe ser repartido en los bolsos de expedición llamados “petates” o “muleros”, que llevan las mulas de los arrieros contratados en el lugar, y en las mochilas personales de cada miembro del equipo.

Una vez finalizados los preparativos, partimos de Buenos Aires en un avión de la compañía, AUSTRAL, en la cual cumplo funciones de piloto de transporte de Línea Aérea, donde después de un tranquilo vuelo, arribamos a la ciudad de Mendoza, enclavada dentro de un marco imponente, con la precordillera dominando todo el paisaje hacia el Oeste a 750 metros sobre el nivel medio del mar (msnmm).
Allí hicimos los trámites correspondientes frente a la Secretaría de Turismo (obtención del permiso de ascenso, pago del mismo, etc.) e hicimos las compras de último momento, como  por ejemplo, el combustible para los calentadores, material que no puede trasladarse por medio aéreo ya que es tipificado como “mercancía peligrosa”.
Desde allí, tomamos un micro regular que nos llevó a la localidad de Penitentes, situada aproximadamente a 170 km de Mendoza, a 2800 metros de elevación.
Aqui nos recibió la gente de la prestadora del servicio, que nos tenía reservado el traslado con los arrieros del lugar, que con sus mulas llevan la carga más pesada hasta el campamento de Plaza de Mulas. A lo largo del relato hago hincapié en las diferentes elevaciones por las cuales transitamos para dar idea de la dimensión que tuvo esta expedición.

Luego de separar los petates y coordinar el equipo que íbamos a necesitar en las dos jornadas que nos aguardaban, partimos hacia el puesto de “Laguna Horcones”, lugar donde los guardaparques chequearon nuestros permisos de ingreso al parque y evaluaron la situación personal de cada expedicionario. Este procedimiento de seguridad es muy importante, ya que no sería la primera vez que aparecen “mochileros” muy bien intencionados pero con equipos más que insuficientes para afrontar las diferentes situaciones que se hallan cerca de los campos de altura.
Recuerdo una anécdota de uno de los guardaparques, el hoy lamentablemente fallecido “Chuki”, gran profesional siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesite, que comentaba que una noche escucharon voces muy cansinas aproximándose a Plaza de Mulas, cuando fueron a ver de que se trataba vieron con horror a un par de muchachos, en muy mal estado general, con mochilas de jean y ojotas equipados para un camping en Villa Gessell!!!!

En este primer tramo caminamos unas 3 horas hasta el campamento de Confluencia, siguiendo el río Horcones por la quebrada del mismo nombre, situado a 3300 metros donde hicimos nuestra primera escala para descansar, comer e hidratarnos, esta última condición  es muy importante, ya que con la ingesta de grandes cantidades de líquido (entre cuatro y siete litros diarios) se evitan los temidos edemas pulmonares y cerebrales, que se producen por efecto de las bajas presiones que inciden sobre el organismo a medida que uno asciende.

Arribamos a este primer campamento, armamos la tienda antes que nos invada la oscuridad del ocaso, y nos dedicamos a descansar. Esa noche el frío se hizo sentir, pero no sería nada en comparación con las temperaturas que nos aguardarían más arriba…

Al día siguiente partimos en un “trekking” de aclimatación hacia el Oeste, con destino al campamento de “Plaza Francia” siguiendo el curso del río que se forma por el desagüe del glaciar “Horcones inferior”, en un ascenso sostenido hasta los 4100 metros, donde se aprecia una vista imponente de la cara sur del Aconcagua, pared vertical que con sus casi 3000 metros se convierte en una de las más altas y peligrosas del planeta. Parafraseando a Emilio Comicci, un gran alpinista italiano del siglo pasado, “difícilmente pueda expresar la alegría y embriaguez que me produjo hallarme completamente solo ante aquella pared espantosa…”

La aclimatación es un paso obligado al cual todos los montañeros deben someterse si o si, si no quieren sufrir los efectos de la altura mencionados anteriormente… “Soroche”, “puna”, son alguno de los nombres locales con los que se menciona este fenómeno, producto sencillamente de que el ser humano no está preparado para vivir a tales altitudes. Dicho mecanismo de aclimatación consiste en subir a una cota más elevada, donde el cuerpo, ante la falta de oxígeno en el aire, produce más glóbulos rojos que los normales a nivel del mar, y luego bajar a dormir al nivel inmediatamente inferior donde se normaliza el proceso.
En los modernos sistemas presurizados de nuestros aviones no notamos estos cambios, a pesar de ascender a altitudes mayores, ya que los compresores de las turbinas insuflan aire dentro de la cabina y nos permiten volar a 10.000 metros, simulando estar a una altura equivalente de 700 metros aproximadamente… nada comparado con los 6962 metros de la mole que osábamos desafiar…

De regreso a Confluencia, muy cansados y contentos luego de más de siete horas de caminata, preparamos y calentamos la comida, nos hidratamos y nos fuimos a descansar, preparándonos mentalmente para la durísima jornada que nos esperaba al otro día: un ascenso continuo de casi diez horas hasta el campamento de Plaza de Mulas, situado a 4300 metros.
Como todas las noches, encerrados como momias dentro de nuestros sacos de dormir tipo sarcófago, rememoraba los acontecimientos sucedidos durante el día… es notable como el humano se adapta a todo tipo de situaciones, aún a las más incómodas o pesadas.

A las seis de la mañana sonó el despertador de mi reloj equipado con altímetro y barómetro (de gran ayuda para conocer los datos y tendencias meteorológicas, aspecto de suma importancia que como piloto de avión no puedo ni estoy acostumbrado desconocer) y con un frío que “calaba los huesos” comenzamos los preparativos para partir. Es importante destacar que la sensación térmica por la mañana era muy baja, ya que el campamento se encuentra en un valle, rodeado por cerros de diferente envergadura que ocultan el sol casi por completo hasta pasadas las nueve a.m.

Partimos con paso lento pero sostenido, cada uno ensimismado en sus pensamientos y elucubraciones…todo en silencio y rodeados por una inmensidad absoluta. Luego de pasar una zona de mallines (pantanos) vimos en toda su apoteosis la tristemente célebre llanura conocida como “playa ancha”… una planicie increíblemente extensa, donde lo único que uno hace es simplemente: caminar….caminar… y nuevamente caminar… también recuerdo historias de montaña escuchadas a lo largo de innumerables relatos fogoneros, como la del “fantasma del japonés”… un alma sin paz que vaga sin descanso y corre a los caminantes que atraviesan esta solitaria extensión…
Nos fuimos cruzando con algunos grupos de montañistas hasta que arribamos a la llamada “cuesta brava” una pendiente importante y zigzagueante que nos daba una cabal idea de lo que se nos presentaría más adelante.

Increíblemente cansados pero orgullosos por haber cumplido esta primera etapa con éxito, arribamos a Plaza de Mulas (4300 metros), una especie de Babel en medio de la montaña: decenas de carpas con ciudadanos de diferentes nacionalidades, idiomas e ideales.

Después de la acreditación con el jefe de guardaparques y chequeo médico obligatorio (oxigenación en sangre, pulsaciones, presión sanguínea y auscultación de pulmones) nos dirigimos a nuestro lugar asignado donde prontamente nos pusimos a montar la tienda, ya que como mencioné anteriormente, al ocultarse el sol, el frío comienza a ser muy intenso. Preparamos unos caldos calientes y cansadísimos nos metimos en los sacos de pluma.

El día siguiente fue una etapa de descanso y aclimatación, donde aprovechamos para reunir el equipo que habían llevado los arrieros con las mulas e intercambiamos experiencias y vivencias con otros miembros de diferentes expediciones.

El comentario general entre los expedicionarios era sobre el mal tiempo imperante… justo en el momento que decidimos realizar el ascenso!!! Es notorio como los procesos meteorológicos desafortunadamente afectan todas las actividades a realizarse al aire libre, lo que incluye por supuesto a la operación aeronáutica tan afectada en este momento por la ocurrencia del fenómeno del Niño, ocasionado por el cambio del flujo de la corriente de Humboldt del Pacífico oriental.

Vimos mucha gente con problemas de hipotermia y mal agudo de montaña (MAM) que esperaban para ser evacuados por el helicóptero que presta servicios en el parque, aunque en la mayoría de los casos debe hacerse por medio de las mulas debido al mal tiempo y en última instancia, acompañados del personal de guardaparques, si es que el montañero puede trasladarse por sus propios medios.

Todo este cuadro comenzó a incidir en forma bastante negativa dentro de mi mente, ya que no pude desconectar mi instinto “conservador” que tengo como piloto de aeronaves, donde siempre cuento con una alternativa de escape cierta y segura…Hoy a pocos días de culminada la aventura, analizando las situaciones vividas sentado cómodamente frente al fuego, considero que a pesar de haberme preparado concienzudamente, haber entrenado y ascendido un número considerable de montañas y haber investigado todos los detalles referidos a este cerro, quizá no haya sido lo suficiente como para acometer una empresa de tamaña envergadura con razonables posibilidades de éxito.

Posteriormente iniciamos nuestro recorrido hacia los campamentos de altura en una mañana fría pero soleada, aunque el pronóstico nos alertaba que por la tarde tendríamos nubes y neviscas. El paso era lento pero constante, caminando solo mirando al frente, concentrado en lo que uno hace y en sus sentimientos más profundos: ¡Que inmensa belleza se desarrollaba a mí alrededor! ¡Cuantas cosas que uno hace casi en forma automática, como abrir un grifo para tomar agua o disponer de la privacidad de un baño calefaccionado, se extrañan de sobremanera si de forma repentina comienzan a faltar! Que inconsistentes somos los humanos… si nos falta lo añoramos, si nos sobra lo derrochamos… ojala que cada uno pueda hacer su propia introspección y darse cuenta en que podría colaborar poniendo su granito de arena para lograr de una vez por todas tener un mundo mas limpio y sustentable.

Seguimos ascendiendo en ruta hacia Plaza Canadá y dejamos atrás un promontorio rocoso llamado “Piedras Conway” (4750 metros) llamado así en honor del científico inglés William Conway que recorrió la zona a fines del siglo XIX, donde aprovechamos el tiempo para realizar un descanso y tomar algunas fotografías.

En este trayecto estábamos “porteando” material para abastecer los campamentos de altura, práctica que consiste en llevar de a poco la carga necesaria a utilizar en las distintas etapas del ascenso y que, como mencionamos anteriormente, también contribuye a la aclimatación, ya que se sube a una cota determinada y luego se baja a dormir al nivel inferior.

Esa mañana antes de la partida, habíamos recibido una noticia que para mi resultó devastadora y determinante y que incidiría en las futuras decisiones que tomaría en el transcurso de los acontecimientos…un montañista tailandés radicado norteamericano de nombre Michael Nimitsil de 39 años (fuente: alpinismoline.com), había fallecido en  la cumbre y esperaban a que mejorara el tiempo para que la esforzada patrulla de rescate pudiera ascender para rescatar el cuerpo y bajarlo a una cota aproximada de 5500 metros, desde donde pudiera operar el helicóptero de socorro. Un sinnúmero de cosas comenzaron a pasar por mi mente… mis hijos, mi esposa, mi trabajo…¿valdría la pena arriesgarlos por obtener una cumbre…? Cuando dudé un instante en estas reflexiones (ya sea tanto por continuar como por abortar) decidí dar por finalizada la expedición. (Al día de la elaboración del presente artículo – 17 de dic. del 2009- todavía no han podido bajar el cuerpo debido a las malas condiciones meteorológicas. N del A)

Por fin, cuando arribamos al campamento de altura denominado “Plaza Canadá” a 5070 metros, luego de descansar, analicé los acontecimientos sucedidos y teniendo en cuenta que el clima seguía desmejorando, le planteé a mi compañero la alternativa de abandonar el ascenso… Por suerte mi colega, aunque con gran dolor, aceptó esta posibilidad y renunciamos a continuar con la expedición. Es de notar que la buena predisposición y entendimiento entre los integrantes pudo lograr que el desenlace haya tenido un buen final, ya que no siempre se llega a un acuerdo, lo que determina un inicio de conflictos y pleitos no deseados para las situación y circunstancias que uno esta viviendo en ese momento.

Continuamos ascendiendo un poco hacia el próximo campamento de altura “Nido de Cóndores” a 5400 metros, sólo para “probar” un poco la sensación de estar a cotas superiores y luego iniciamos nuestro descenso.

Una vez que nos hallamos en la carpa recordando los hechos sucedidos en aquel  ajetreado día, nos acostamos a dormir pensando en lo vivido y experimentado en la jornada. A la mañana siguiente, compartiendo el desayuno con dos montañeros mendocinos que realizaban la experiencia del ascenso para relatarla en un diario local, les comentamos la decisión de regresar a Penitentes, punto de partida de la expedición… “Es una buena decisión” afirmaron, dando por sentado las sabias palabras de antiguos montañistas que decían que la montaña siempre estaría ahí y que sólo habría que intentarlo en otra oportunidad, mejor predispuestos y preparados. Entonces comenzamos a preparar nuestro regreso  ya que nos esperaba la ardua caminata con casi siete horas por delante hasta arribar finalmente al puesto de Laguna Horcones.

Otra vez a desandar la ruta…salida de Plaza de Mulas; cruzar penitentes; subir alguna que otra cuesta; ver expediciones y arrieros que recién comienzan su periplo… contrarresta la alegría que reflejan sus rostros, con cansancio y agotamiento pero felices al fin, con la que siento en mis íntimos pensamientos… oscuros, poco optimistas, deprimentes... son muchas horas para reflexionar lo vivido…

Finalmente las experiencias que guardo de estos días se presentan vívidamente y muy profundas y por supuesto que las volvería a vivir… sólo pensar en la conquista de la cumbre se vuelve un pensamiento que golpea mi mente y me fuerza a entrenar mas y mejor para obtener el éxito…recojo el pensamiento del célebre montañista inglés George Leigh Mallory cuando en una rueda de prensa, le preguntaron por qué quería escalar el Everest, la montaña mas alta del planeta, y el respondió simplemente… “Porque está ahí…”


“Ruta de los Pioneros”

        1º campamento: Confluencia, 3200 metros

         Campamento Base: Plaza de Mulas, 4200 metros

         1º Campamento de altura: Plaza Canadá, 5080 metros

         2º campamento: Nido de Cóndores, 5380 metros

         3º campamento: Berlín, 5780 metros
        CUMBRE!!! 6962 metr


Coordenadas de puntos importantes del Parque Provincial Aconcagua

Nombre
Latitud S
Longitud W
Altitud (m)
  Cementerio de los Andinistas
32º 49' 33''
69º 53' 45''
 
  Puente del Inca
32º 49' 36''
69º 54' 39''
2720
  Guardaparques Horcones
32º 48' 40''
69º 56' 33''
2950
  Laguna Los Horcones
32º 48' 22''
69º 56' 36''
2980
  Puente 1
32º 47' 21''
69º 56' 54''
 
  Torrente (agua)
32º 46' 04''
69º 57' 28''
 
  Confluencia
32º 45' 29''
69º 58' 34''
3390
  Puente 2
32º 45' 21''
69º 58' 26''
 
  Piedra Roja
32º 44' 21''
70º 00' 07''
3570
  Piedra Ibáñez
32º 41' 55''
70º 03' 16''
3790
  Punto Astronómico FI-UBA
32º 40' 07''
70º 03' 36''
4020
  Refugio Militar
32º 39' 06''
70º 03' 16''
 
  Hotel Plaza de Mulas
32º 39' 16''
70º 03' 51''
4370
  Cerro Bonete
32º 39' 34''
70º 05' 19''
 
  Plaza de Mulas (Guardaparques)
32º 38' 60''
70º 03' 26''
4350
  El Semáforo
32º 38' 51''
70º 03' 13''
4550
  Piedras Conway
32º 38' 50''
70º 03' 00''
4740
  Plaza California
32º 38' 45''
70º 02' 49''
4840
  Plaza Canadá
32º 38' 42''
70º 02' 37''
5050
  Piedras de 5000
32º 38' 33''
70º 02' 24''
5170
  Campamento Alaska (izquierdo)
32º 38' 23''
70º 02' 09''
5370
  Campamento Alaska (derecho)
32º 38' 28''
70º 02' 11''
5340
  Ex Refugio Antártida Argentina
32º 38' 35''
70º 01' 54''
 
  Cerro Manso
32º 38' 10''
70º 02' 10''
5510
  Nido de Cóndores
32º 38' 14''
70º 01' 49''
5560
  Descanso en el primer recodo
32º 38' 06''
70º 01' 25''
5690
  Refugio Berlín
32º 38' 19''
70º 01' 18''
5930
  Plaza Cólera
32º 38' 15''
70º 01' 07''
5970
  Piedras Blancas
32º 38' 25''
70º 01' 08''
6060
  Piedras Negras
32º 38' 30''
70º 00' 58''
6180
  Ex Refugio Independencia
32º 38' 46''
70º 00' 56''
6370
  El Dedo
32º 38' 55''
70º 00' 57''
6460
  La Cueva (inicio de la Canaleta)
32º 39' 14''
70º 00' 57''
6660
  Salida al Filo
32º 39' 16''
70º 00' 52''
6800
  Cerro Aconcagua
32º 39' 11''
70º 00' 43''
6960
  Refugio Pampa de Leñas
32º 45' 07''
69º 48' 26''
2950
  Refugio Casa de Piedra
32º 37' 53''
69º 50' 21''
3240
  Plaza Argentina
32º 38' 47''
69º 56' 40''
4190
  Collado Ameghino
32º 38' 13''
69º 59' 29''
5180
  Campamento 2 Polaco
32º 38' 27''
69º 59' 58''
5830
  Campamento 3 Falso Polaco
32º 38' 37''
70º 00' 54''
6250