lunes, 5 de octubre de 2020

Ballenas legendarias en la cartografía

Ballenas legendarias en la cartografía

Bitácora Natura

https://bitacoranaturae.wordpress.com/2020/09/20/ballenas-legendarias-en-la-cartografia/

Muy interesante artículo relacionando la iconografía de los antiguos mapas de navegación y las ballenas representadas en los mismos. (Reproducción citando la fuente y las imagines)

Por Federico Serino, Explorer Club Capitulo arg.

Volvemos a la mitología y representación de las ballenas. Me gusta mucho la cartografía y esta desarrolló una mitología propia a lo largo de su larga historia. Cuando esta mitología se dirige a las ballenas el tema es bastante interesante, ya que nos da representaciones de gran belleza que nos reflejan el conocimiento y consideración que tenían estos seres en diferentes épocas.

Ya en tiempos clásicos tenemos representaciones de ballenas y delfines, siendo bastante realistas las de estos últimos. No tenemos muy claro si los mapas clásicos originales los representaron, pero sí los tenemos en sus copias medievales y se convertirían en una presencia recurrente tanto en los mapas como en los Bestiarios y Libros de las Maravillas.

Antes de ponernos en materia, habría que señalar que todos estos documentos propios de la Edad Media tenían dos objetivos principales: por un lado tenían un poderoso componente religioso y moralizante mientras que por el otro servían para que los europeos se evadieran de la vida monótona y deprimente de aquellos tiempos.

De esta forma, una larga lista de criaturas (algunas reales, otras ficticias) se convirtieron en símbolos del misterio y peligros de las tierras incógnitas, así como adquirieron una simbología muy diversa (moral, religiosa y hasta política) que en el caso de las ballenas se asocia al poder y talla mayestáticos. Ello las hace en un primer momento intimidantes, acercándolas al mal y al demonio a incluso procediendo del infierno, pero también como un símbolo de la complejidad y alcance de la obra divina, siendo criaturas neutras que pueden vivir en paz.

Pero los monstruos marinos en los mapas medievales y renacentistas tenían un valor intrínseco, artístico y asociado a la evasión de la monotonía de la vida, además de que servían para ocupar en los mapas sitios vacíos por falta de exploración o porque, simplemente, solo había agua. Y eso hacía que un mapa con uno, o muchos, monstruos marinos incrementara su precio hasta siete veces. Como dijo Chet Van Duzer, los monstruos marinos eran los mejores amigos de los cartógrafos.

Podemos comenzar por el mapa “Gough” de Britania datado en 1400 cuyas circunstancias de origen no están demasiado claras, y en el cual aparecen tres singulares criaturas marinas: una de ellas es especialmente grande y se la considera una ballena y las otras dos son un pez espada que se diferencia de los que aparecen en mapas anteriores por su realismo y otro ser cuya identidad no está muy clara pero que se ha especulado que podría ser un delfín o una orca.

 


Estas criaturas están luchando y se ha especulado que la ballena representa a Inglaterra enfrentándose a Escocia e Irlanda, los ingleses se representan en la criatura más poderosa.

En el mapa de Mecia de Viladestes de 1413 tenemos otra reparación de una ballena, realista para la época, que está siendo capturada por unos marineros. En la leyenda que acompaña a la imagen, el cartógrafo catalán menciona que en el mar “bocceano” hay peces (ballenas) tan grandes que los navegantes las confundían con pequeñas islas y encendía fuego sus lomos.

 


En este contexto de la Baja Edad Media, hay dos mapas que proponen dos teorías muy interesantes.

El primero está datado en 1436 y fue otra del galerista y cartógrafo veneciano Andrea Bianco mientras que el otro es un mapamundi perteneciente al Archivo de Salamanca cuya autoría y fecha exacta no están establecidas.

Ambos mapas y su material anexo sugieren que los monstruos marinos como las ballenas proceden de un lugar en el extremo sur de África donde Andrea Bianco afirma que emergen por un acceso al inferno. Por el contrario el autor del mapamundi de Salamanca afirma que en esa zona existe un lugar desconocido donde ballenas del tamaño de montañas viven en paz, lejos de la contaminación de los puertos pesqueros.

Un amigo de Andrea Bianco sería Fra Mauro, el cual sería hostil a la idea de los monstruos marinos.

Durante la Baja Edad Media y el Renacimiento la representación de las ballenas en los mapamundi y cartas marinas bebería de la tradición de los Bestiarios, representándolas como peces enormes con escamas y ubicándolos en lugares alejados.

En este sentido, tenemos la presencia de ballenas en varias geografías como ediciones de Ptolomeo, cartas marinas o los primeros globos del mundo, como el de Martin Behaim de 1942 que sitúa una gran ballena al sur de África.

En 1513 el explorador Piri Reis incluiría en su carta marina una ballena muy similar a la Behaim en la que dos marineros hacen una hoguera al confundirla con una isla, lo cual nuevamente nos retrotrae al mito de la isla viviente que en el mundo islámico era encarnado por el Zaratán.

 




De todos modos, el mapa de Reis es una excepción pues la cartografía islámica no solía incluir monstruos ni criaturas extrañas debido al rechazo islámico a la representación de iconos.

Pero el Renacimiento traería un muy serio cambio en la representación de las ballenas en los mapas, con la invención de la imprenta surgiría una empresa editorial que impulsaría el nacimiento de los atlas y esa industria editorial se beneficiaría del valor añadido de la presencia de criaturas espectaculares.

Y en 1539 llegaría la Carta Marina o Carta Gótica de Olaus Magnus, que es considerada como el mayor paradigma de monstruos marinos en un mapa. Y es que una teoría afirma que Olaus Magnus pretendía desazonar a los pescadores del resto de Europa de faenar en aguas escandinavas y del Mar del Norte, cosa que pudo haber conseguido porque cualquiera se acerca a aguas en las que aparecían semejantes monstruos.

En la carta tenemos ballenas aterradoras aunque de gran belleza, para las cuales parece que consultó bastante bibliografía, aunque puso mucho de su propia cosecha.

 


 

 

En la carta hay numerosas ballenas caracterizadas por su enorme talla (100 o más pies), su aspecto fiero, sus aletas en forma de manos, dos grandes “tubos” en la cabeza por los que expulsar el vapor y una piel cubierta por escamas en forma de graba.

Podemos encontrar una ballena varada en las Islas Feroe, cuyos habitantes se disponen a explotar su cuerpo.

Luego tenemos una ballena isla en la que un barco ha echado ancla y dos marineros están haciendo una hoguera, lo cual los expone a un peligro al más puro estilo isla viviente.

Una ballena aparece junto a una orca u orcha, que es descrita como su enemigo mortal, más rápida y veloz en el ataque. Se describe como un “casco dado la vuelta” y con cuya aleta rasga las entrañas y útero de la ballena.

Por último tenemos al Príster, al que describe como “de la familia de las ballenas”, de doscientos codos de longitud (100 metros), muy cruel y sumamente peligroso porque es capaz de provocar oleajes y lluvias que pueden llevarse los barcos por delante. Sin embargo, Olaus recomienda espantarlo con una trompeta de guerra, ya que no soporta su sonido.

También tenemos ballenas atacando y hundiendo barcos y un zifio del que ya hemos hablado en una entrada anterior.

La Carta Marina tendría una profunda influencia sobre la cartografía posterior.

Es interesante dirigirnos a continuación a los dos grandes cartógrafos del siglo XVI. Por un lado tenemos a Gerardus Mercator en cuyo globo del mundo de 1541 podemos encontrar un zifius basado en el de la Carta Marina y en el Europa descriptio, emendata de 1572 incluye un extraño ser basado en la ballena con rostro de ave.

 


Paradójicamente, en su famoso mapamundi, Mercator incluye la representación de un delfín muy realista y otra representación de una ballena con un aspecto muy similar a un delfín, basadas ambas en las descripciones de Pierre Belon en De aquatilibus libri duo.

 

 


La actitud del gran rival y amigo de Mercator, Abraham Ortelius, es muy ilustrativa, pues en el Theatrum orbis terrarum de 1570 que abre su obra los mares del Pacífico Sur están ocupados por una gran ballena que arremete contra un barco al más puro estilo Moby Dick (aunque 281 años antes de que esta cobrara vida) mientras dos sirenas se arreglan coquetamente frente a espejos.

Esto fue diseñado por Ortelius para incrementar el valor de su atlas pero también para suplir la falta de datos que tenía sobre esa parte del mundo, que era muy poco conocida por los europeos. La ballena monstruosa y las sirenas se convirtieron en un instrumento contra el horror vacui.

 

 

 

Muy diferente e interesante fue su famosa Islandia, la cual aparece rodeada de todo tipo de criaturas extrañas y monstruosas claramente influidas por la Carta Marina, como un zifius y varias ballenas, o el “Espejo del Rey” Andreas Velleius.

Entre estos últimos merece mención especial el Roider o rorcual, que es descrito como uno de los mejores peces para comer ya que es el más delicioso y el que mejor huele. También afirma que es pacífico, no ataca a los barcos sino que nada tranquilamente junto a estos. Este comportamiento pacífico lo hace presa de los balleneros.

 

 

 

El roider no solo es buen alimento, de su esperma también se pueden obtener remedios para la lepra o los dolores de cabeza.

Carece de dientes y su tamaño es descrito como 130 codos (cerca de 75 metros).

Fuera de su tamaño exagerado y su consideración de ser un pez, el roider de Velleius y Ortelius se parece bastante a los rorcuales reales.

 

 

Y otro de estos “peces” que merece mención es llamado nada menos que Kraken. Ortelius lo representa muy parecido a las ballenas de Olaus Magnus y Velleius lo identifica como una ballena a la que describe como monstruosamente grande, dice que podría haber solo dos ejemplares en el mar y que necesita cantidades masivas de alimento que consigue al abrir la boca y esperar que esta se llene de peces más pequeños.

Todo esto es muy sugestivo, ya que se trata de una ballena que se alimenta y es escasa como Hafgufa y es referida como Kraken. Parece una forma de sincretismo entre antiguas criaturas míticas nórdicas y las ballenas de Olaus Magnus.

Hay otro mapa data en esa época, el mapa de la Librería Rylands de Londres, anónimo pero datado en 1546, en el cual vemos otra representación muy singular de las ballenas: una ballena de aspecto serpentino pero extrañamente peluda y que presenta dos extrañas extensiones de su boca descritas como “barbas de ballena” que probablemente se basan en las barbas que tienen en la realidad pero que parecen formar una especie de mostacho.

 

 

Esta singular ballena tiene varios arpones en el cuerpo y es cazada por varios botes balleneros que se considera que son vascos.

Rica en criaturas es también la Cosmographia universalis de Giacomo Gastaldi, la cual incluye una orca muy claramente basada en la de la Carta Marina pero con un díselo mucho más elaborado.

Posterior en el tiempo (1621) es el mapa de Honorius Philoponus, en el que encontramos la ballena isla de San Brandán.

Pero en 1592 se publicó el Nova Francia, alio nomine dicta Terranova, esfuerzo del editor Cornelius Claesz, en la cual podemos encontrar una ballena en la tradición de Olaus Magnus y un roider idéntico al de Ortelius, pero en la parte inferior tenemos una ilustración de dos ballenas capturadas por balleneros desnudos que nuevamente son descritos como vascos. Estas ballenas fueron un hito porque ya no eran los monstruos con los que compartían carta, sino que tenían un aspecto realista, con reminiscencias pisiformes pero muy parecidas a la imagen popular de las ballenas en tiempos modernos que probablemente se basa en el cachalote.

 


 

En adelante la imagen de las ballenas se fue haciendo más realista en prácticamente todos los medios, incluyendo la cartografía. Durante mucho tiempo las ballenas siguieron poblando y embelleciendo las cartas marinas, pero pasaron de ser monstruos de otro mundo para convertirse en animales reales.

Bibliografía:

  • Brooke-Hitching, Edward. El Atlas Fantasma. Naturart, S.A.
  • Mapas en la BNE. Cartografías de lo desconocido. 2017.
  • Van Duzer, Chet. Sea Monsters on Medieval and Renaissance Maps. The British Library. 2014.
  • Soláns, Bárbara y Polo Martín, Bárbara. Grandes Mapas de la Historia. Criaturas Fantásticas. Ediciones El País. 2019.









lunes, 21 de septiembre de 2020

¿Quién descubrió el Polo Norte?

Hace un siglo, el explorador Robert Peary se ganó la fama por descubrir el Polo Norte, pero ¿llegó Frederick Cook primero?

Por Bruce Henderson. Smithsonian Magazine | April 2009

https://www.smithsonianmag.com/history/who-discovered-the-north-pole-116633746/


Bruce Henderson es el autor de “True North: Peary, Cook and the Race to the Pole. Docente en la Universidad de Stanford.

 

Artículo publicado al cumplirse los cien años de la controvertida “carrera por el Polo Norte”. Traducción y adaptación, Federico Serino, Explorer Club, Capitulo Arg.

 

Nota del Traductor: Esta es una visión parcial de la historia donde se realza la “visión Cook” del asunto. A mi entender, es casi imposible dilucidar cuál de los dos exploradores realmente llego (primero) al Polo Norte, los dos relatos tienen serias inconsistencias. Nada de esto le quita sus meritos ante tamaña epopeya, solo los que sentimos el frio en la cara, el hambre y el cansancio feroz ante la inmensidad del hielo o la altura de una cumbre, lo entendemos…

Se comprende la objetividad normanda de Roald Amundsen de cambiar su itinerario hacia el Polo Sur donde “solo” tendría un obstáculo: Robert Falcon Scott.

 

Pero esa… esa es otra historia…

 

 

Robert Edwin Peary (may 6, 1856 - feb 20, 1920). Archivo web

El 7 de septiembre de 1909, los lectores del New York Times se despertaron con un impresionante titular de primera plana: "Peary descubre el Polo Norte después de ocho expediciones en 23 años". El Polo Norte fue uno de los últimos laureles restantes de la exploración terrestre, un premio por el que innumerables exploradores de muchas naciones habían sufrido y muerto durante 300 años. Y aquí estaba el explorador estadounidense Robert E. Peary enviando un mensaje desde Indian Harbour, Labrador, de que había llegado al polo en abril de 1909, hace cien años este mes. La historia del Times por sí sola habría sido asombrosa. Pero no estaba solo.

Una semana antes, el New York Herald había publicado su propio titular en primera plana: "El Polo Norte es descubierto por el Dr. Frederick A. Cook". Cook, un explorador estadounidense que aparentemente había regresado de entre los muertos después de más de un año en el Ártico, afirmó haber llegado al polo en abril de 1908, un año completo antes que Peary.

Cualquiera que lea los dos titulares sabrá que el Polo Norte sólo se puede "descubrir" una vez. La pregunta entonces era: ¿Quién lo había hecho? En las aulas y los libros de texto, Peary fue ungido durante mucho tiempo como el descubridor del Polo Norte, hasta 1988, cuando un re-examen de sus registros encargado por la National Geographic Society, uno de los principales patrocinadores de sus expediciones, concluyó que las pruebas de Peary nunca probaron su afirmación y sugirió que sabía que podría haberse quedado corto (aprox. unas 100 NM o 194 KM, N del Trad). Mientras tanto, la afirmación de Cook ha llegado a descansar en una especie de crepúsculo polar, ni probada ni refutada, aunque sus descripciones de la región ártica, que se hicieron públicas antes que las de Peary, fueron verificadas por exploradores posteriores. Hoy, en el centenario de la supuesta llegada de Peary, la pregunta más importante no es tanto quién sino cómo: ¿Cómo superó el reclamo de Peary sobre el Polo Norte al de Cook?

En 1909, el periodista Lincoln Steffens elogió la batalla por las afirmaciones contrapuestas de Peary y Cook como la historia del siglo. "Cualquiera que sea la verdad, la situación es tan maravillosa como el Polo en sí mismo", escribió. "Y lo que sea que hayan encontraron allí, esos exploradores dejaron una historia tan grande como un continente".

Comenzaron como amigos y compañeros de expedición. Cook se había graduado de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York en 1890; justo antes de recibir los resultados de su examen, su esposa y su bebé murieron al dar a luz. Emocionalmente destrozado, el médico de 25 años buscó escapar en artículos y libros sobre exploración, y al año siguiente leyó que Peary, un ingeniero civil con una comisión de la Marina de los EE. UU estaba buscando voluntarios, incluido un médico, para una expedición a Groenlandia. . "Fue como si se hubiera abierto la puerta de una celda de la prisión", escribiría Cook más tarde. "Sentí la primera llamada indomable y dominante de las lejanas tierras del Norte". Después de que Cook se unió a la expedición de 1891 a Groenlandia, Peary se rompió la pierna en un accidente a bordo; Cook se las arreglo para componer  los dos huesos rotos de Peary, que luego acreditaría la "paciencia y la frialdad imperturbables en una emergencia" del médico en su libro Northward Over the Great Ice.


Por su parte, Peary había llegado a su pasión por los viajes después de completar asignaciones navales supervisando la construcción de muelles en Key West, Florida, y topografía en Nicaragua para la construcción de un canal de navegación propuesto (luego construido en Panamá) en la década de 1880. Al leer un relato del intento fallido de un explorador sueco de convertirse en la primera persona en cruzar la capa de hielo de Groenlandia, Peary pidió prestados u$s 500 a su madre, se equipó y compró un pasaje en un barco que zarpó de Sídney, Nueva Escocia, en mayo de 1886. Pero su intento cruzar el casquete, durante una travesía en trineo de verano, terminó cuando las inciertas condiciones del hielo y la escasez de suministros lo obligaron a retroceder. Al regresar a una nueva asignación de la Marina en Washington, DC, le escribió a su madre: "Mi último viaje llevó mi nombre al mundo; el próximo me dará una posición... Seré el primero en los círculos más altos en la capital, y hacer amigos poderosos con los que pueda moldear mi futuro en lugar de dejar que venga como sea... Recuerda, madre, debo tener fama”.

 

Peary, nacido en 1856, fue uno de los últimos exploradores imperialistas, persiguiendo la fama a cualquier precio y preocupándose por el bienestar de la población local sólo en la medida en que pudiera afectar su utilidad para él. (En Groenlandia, en 1897, ordenó a sus hombres que abrieran las tumbas de varios nativos que habían muerto en una epidemia el año anterior y luego vendieron sus restos al Museo Americano de Historia Natural en la ciudad de Nueva York como especímenes antropológicos. También trajo de regreso nativos vivos, dos hombres, una mujer y tres jóvenes, y los dejaron para estudiar en el museo; en un año, cuatro de ellos murieron de una cepa de influenza a la que no tenían resistencia).

Cook, nacido en 1865, se uniría a una nueva ola de exploradores que se interesaron mucho por los pueblos indígenas con los que se encontraban. Durante años, tanto en el Ártico como en la Antártida, aprendió sus dialectos y adoptó su dieta.

 

Las diferencias entre los dos hombres comenzaron a surgir después de su primer viaje a Groenlandia. En 1893, Cook se retiró del  viaje al Ártico debido a un contrato que les hizo firmar Peary,  que prohibía a cualquier miembro de la expedición publicar nada sobre el viaje antes de que Peary publicara su relato. Cook quería publicar los resultados de un estudio etnológico sobre los nativos del Ártico, pero Peary dijo que sentaría "un mal precedente". Se separaron, hasta 1901, cuando se creía que Peary estaba perdido en el Ártico y su familia y sus seguidores acudieron a Cook en busca de ayuda. Cook navegó hacia el norte en un barco de rescate, encontró a Peary y lo trató por dolencias que iban desde el escorbuto hasta problemas cardíacos.

Cook también viajó por su cuenta a la Antártida e hizo dos intentos de escalar el monte McKinley de Alaska, afirmando ser el primero en tener éxito en 1906. Peary, por su parte, hizo otro intento de llegar al Polo Norte en 1905-06, su sexta Expedición ártica. Para entonces, había llegado a pensar en el Polo como su derecho de nacimiento.

 

Cualquier intento por alcanzar el polo se complica por este hecho: a diferencia del Polo Sur, que se encuentra sobre una masa terrestre, el Polo Norte (geográfico, lugar donde convergen los paralelos con los meridianos terrestres, N del Trad) está sobre hielo marino a la deriva. Después de fijar su posición a 90 grados norte, donde todas las direcciones apuntan al sur, no hay forma de marcar el lugar, porque el hielo se mueve constantemente.

La expedición de Cook al polo partió de Gloucester, Massachusetts, en julio de 1907 en una goleta hacia el norte de Groenlandia. Allí, en Annoatok, un asentamiento nativo a 700 millas del polo, estableció un campamento base y pasó el invierno. Partió hacia el polo en febrero de 1908 con un grupo de nueve nativos y 11 trineos ligeros tirados por 103 perros, planeando seguir una ruta no probada pero prometedora descrita por Otto Sverdrup, líder del  grupo noruego que estaba cartografiando la zona entre 1898-1902.

 

Según el libro de Cook, My Attainment of the Pole, su grupo recorrió las zonas de alimentación del buey almizclero que había observado Sverdrup  a través de las islas Ellesmere y Axel Heiberg hasta el cabo Stallworthy en el borde del congelado mar Ártico. Los hombres tenían la ventaja de cazar y comer carne fresca y conservar sus reservas de pemmican (una mezcla de grasa y proteína que era un alimento básico para los exploradores del Ártico) hecha de ternera, lomo de buey y morsa. A medida que el grupo avanzaba hacia el norte, los miembros del equipo de apoyo de Cook se volvieron como estaba planeado, dejándolo con dos cazadores nativos, Etukishook y Ahwelah. En 24 días, el grupo de Cook recorrió 360 millas, un promedio diario de 15 millas. Cook fue el primero en describir un mar polar helado en continuo movimiento a 88º norte, una enorme isla de hielo de "cima plana", más alta y más gruesa que el hielo marino.

Durante días, escribió Cook, él y sus compañeros lucharon a través de un viento violento que hacía que cada respiración fuese dolorosa. A mediodía del 21 de abril de 1908, usó su sextante francés hecho a medida para determinar que estaban "en un lugar lo más cerca posible" del polo. En ese momento, las especulaciones sobre lo que había en el polo iban desde un mar abierto hasta una civilización perdida. Cook escribió que él y sus hombres permanecieron allí durante dos días, durante los cuales el médico informó haber realizado más observaciones con su sextante para confirmar su posición. Antes de irse, relató que depositó una nota en un tubo de latón enterrada en una grieta.

 

Frederick Albert Cook (June 10, 1865 - August 5, 1940)

Cook, como otros exploradores árticos de la época, había asumido que cualquiera que regresara del polo se desplazaría hacia el este con el hielo polar. Sin embargo, sería el primero en informar acerca de una deriva hacia el oeste, después que él y su grupo fueran llevados 100 millas al oeste de su ruta planificada lejos de los suministros que habían almacenado en tierra. En muchos lugares, el hielo se agrietó, creando secciones de canales de agua abierta. Sin el bote plegable que habían traído, escribió Cook, se habrían encontrado en graves problemas. Cuando el embate del invierno hizo imposible viajar, los tres hombres se acurrucaron durante cuatro meses en una cueva en la isla Devon, al sur de la isla Ellesmere. Después de quedarse sin municiones, cazaron con lanzas. En febrero de 1909, el clima y el hielo mejoraron lo suficiente como para permitirles caminar a través del congelado estrecho Smith Sound de regreso a Annoatok, donde llegaron, demacrados y ataviados con harapos de piel, en abril de 1909, unos 14 meses después de haber partido hacia el polo. .

En Annoatok, Cook conoció a Harry Whitney, un deportista estadounidense que estaba en un viaje al Ártico, quien le dijo que muchas personas creían que él había desaparecido y muerto. Whitney también le dijo que Peary había partido de un campamento al sur de Annoatok en su propia expedición al Polo Norte ocho meses antes, en agosto de 1908.

 

Peary había reunido su gran grupo habitual —50 hombres, casi la misma cantidad de trineos pesados ​​y 246 perros para tirar de ellos— para usarlos en un tren de trineos de relevo que depositaría suministros delante de él. Llamó a esto el "sistema Peary" y lo estaba usando a pesar de que le había fallado en su intento de 1906, cuando el hielo se partió y el agua abierta lo mantuvo alejado de sus refugios de provisiones durante largos períodos. En este intento, Peary nuevamente enfrentó tramos de aguas abiertas que podrían extenderse por millas. No tenía botes, por lo que su grupo tuvo que esperar, a veces durante días, a que se cerrara el hielo.

El grupo de Peary avanzó 280 millas en un mes. Cuando se ajustó por los días en que estuvieron detenidos, su progreso promedio llegó a aproximadamente 13 millas por día. Cuando estaban a unas 134 millas del polo, Peary envió a todos de regreso, excepto a cuatro nativos y Matthew Henson, un afroamericano de Maryland que lo había acompañado en sus anteriores expediciones al Ártico. Unos días después, el 6 de abril de 1909, al final de un agotador día de marcha, Henson, que no sabía usar un sextante, tuvo la "sensación" de que estaban en el polo, le dijo más tarde al Boston American.

 

“ Estamos en el Polo, ¿no es así?" Henson le preguntó a Peary.

"No creo que podamos jurar que estemos exactamente en el Polo", respondió Peary, según Henson.

Dijo que Peary metió la mano en su prenda exterior y sacó una bandera estadounidense doblada cosida por su esposa y la ató a un bastón, que colocó sobre un iglú que habían construido sus compañeros nativos. Entonces todos se acostaron para dormir un poco.

Al día siguiente, según el relato de Henson, Peary tomó una marcación de navegación con su sextante, aunque no le informó a Henson el resultado; Peary puso una tira diagonal de la bandera, junto con una nota, en una lata vacía y la enterró en el hielo. Luego retornaron a la base.

Matthew Alexander Henson (August 8, 1866 – March 9, 1955)

Mientras Peary se dirigía al sur, Cook recuperaba fuerzas en Annoatok. Habiéndose hecho amigo de Whitney, le contó sobre su viaje al polo, pero le pidió que no dijera nada hasta que Cook pudiera hacer su propio anuncio. Sin tráfico de barcos programado tan al norte, Cook planeaba viajar en trineo 700 millas al sur hasta el puesto comercial danés de Upernavik, tomar un barco a Copenhague y otro a la ciudad de Nueva York. No se hacía ilusiones acerca de las dificultades involucradas, el viaje en trineo implicaría escalar montañas y glaciares y cruzar secciones de aguas abiertas cuando el hielo estaba en movimiento, pero rechazó la oferta de Whitney de tener un  pasaje en un barco fletado que debía partir al final del verano para llevar al deportista a su hogar en Nueva York. Cook pensó que su ruta sería más rápida.

Etukishook y Ahwelah habían regresado a su aldea al sur de Annoatok, entonces Cook reclutó a otros dos nativos para que lo acompañaran. El día anterior a la partida, uno de los dos enfermó, lo que significó que Cook tendría que dejar uno de los trineos. Whitney sugirió que también dejara todo lo que no fuera esencial para su viaje, prometiendo entregarle a Cook las posesiones dejadas a su retorno en Nueva York. Cook estuvo de acuerdo.

Además de los datos meteorológicos y las colecciones etnológicas, Cook guardó los registros de su expedición, a excepción de su diario y sus instrumentos, incluidos su sextante, brújula, barómetro y termómetro. No los necesitaría porque estaría siguiendo la costa hacia el sur. Dejando tres cajas del tamaño de un baúl con Whitney, Cook dejó Annoatok la tercera semana de abril de 1909 y llegó un mes después a Upernavik, donde les contó a los funcionarios daneses de su conquista del polo.

No fue hasta principios de agosto que un barco con destino a Copenhague, el Hans Egede, atracó en Upernavik. Durante las tres semanas que tardó en cruzar el Atlántico Norte, Cook entretuvo tanto a los pasajeros como a la tripulación con relatos fascinantes de su expedición. El capitán del barco, que entendió el valor de las noticias de la afirmación de Cook, sugirió que se hicieran saber. Entonces, el 1 de septiembre de 1909, el navío Hans Egede hizo una parada no programada en Lerwick, en las islas Shetland (Norte de Escocia, N del Trad). En la estación de telégrafos de la ciudad, Cook telegrafió al New York Herald, que había cubierto los viajes de los exploradores y sus hazañas desde que Stanley se encontró con Livingstone en África 30 años antes. "Alcanzado el Polo Norte el 21 de abril de 1908", comenzó Cook. Explicó que dejaría una historia exclusiva de 2000 palabras para el periódico con el cónsul danés en Lerwick. Al día siguiente, el Herald publicó la historia de Cook bajo el título "Descubierto por el Dr. Frederick A. Cook".

 

En Copenhague, Cook fue recibido por el rey Federico. En agradecimiento por la hospitalidad de los daneses, Cook prometió en presencia del rey que enviaría sus registros polares a los expertos en geografía de la Universidad de Copenhague para su examen. "Ofrezco mis observaciones a la ciencia", dijo.

Mientras Cook navegaba hacia Copenhague, Harry Whitney esperó en vano a que llegara su barco fletado. No fue hasta agosto que haría escala en el norte de Groenlandia otro barco: el Roosevelt, construido para Peary por sus patrocinadores y que llevaba el nombre de Theodore Roosevelt. A bordo, Peary regresaba de su propia expedición polar, aunque hasta ese momento no le había contado  a nadie, ni siquiera a la tripulación del barco, que había llegado al Polo Norte. Tampoco parecía tener prisa por hacerlo; el Roosevelt había estado haciendo un viaje tranquilo, deteniéndose para cazar morsas en Smith Sound.

En Annoatok, los hombres de Peary escucharon de los nativos, que Cook y dos esquimales habían llegado al polo el año anterior. Peary le preguntó de inmediato a Whitney, quien dijo que sabía que solo Cook había regresado sano y salvo de un viaje al Extremo Norte. Peary luego ordenó que los dos esquimales compañeros de Cook, Etukishook y Ahwelah, fueran llevados a su barco para interrogarlos. Los nativos árticos de la época no tenían conocimiento de latitud y longitud y no usaban mapas; testificaron sobre distancias sólo en relación con el número de días viajados. En una entrevista posterior con un periodista, Whitney, quien a diferencia de Peary hablaba con fluidez el dialecto de los nativos, diría que los dos le dijeron que las preguntas de los hombres blancos los habían confundido y que no entendían los papeles en los que se les indicó que hicieran marcas.

 


Whitney aceptó la oferta de Peary de dejar Groenlandia en el Roosevelt. Whitney le dijo más tarde al New York Herald que un grupo de nativos cargó sus posesiones a bordo bajo la atenta mirada de Peary.

"¿Tiene algo que pertenezca al Dr. Cook?" Whitney le dijo al periódico que Peary le preguntó sobre esto.

Whitney respondió que tenía los instrumentos de Cook y los registros de su viaje.

"Bueno, no quiero a ninguno de ellos a bordo de este barco", respondió Peary, según Whitney.

Creyendo que no tenía otra opción, Whitney ocultó las posesiones de Cook entre unas rocas grandes cerca de la costa. El Roosevelt luego navegó hacia el sur con Whitney a bordo.

El 26 de agosto, la embarcación se detuvo en Cabo York, en el noroeste de Groenlandia, donde una nota del Capitán de un ballenero estadounidense esperaba a Peary. Le informó que Cook estaba en camino a Copenhague para anunciar que había descubierto el Polo Norte el 21 de abril de 1908. El rumor de los nativos era una cosa; pero esto era exasperante. Peary desahogaba su rabia con cualquiera que quisiera escucharlo, prometiendo contarle al mundo una historia que acabaría con el relato de Cook. Peary ordenó a su barco que se pusiera en marcha de inmediato y se dirigiera a toda velocidad hacia la estación inalámbrica más cercana, a 1.500 millas de distancia, en Indian Harbour, Labrador. Peary tenía un anuncio urgente que hacer. El 5 de septiembre de 1909, el Roosevelt echó anclas en Indian Harbour. A la mañana siguiente, Peary telegrafió al New York Times, al que había vendido los derechos de su historia polar por 4.000 dólares, sujeto a reembolso si no lograba su objetivo. "Barras y estrellas clavadas en el Polo Norte", decía su mensaje.

 

Dos días después, en Battle Harbour, en la costa de Labrador, Peary envió al Times un resumen de 200 palabras y agregó: "No dejes que la historia de Cook te preocupe. El asunto se resolverá solo". Al día siguiente, el Times publicó su historia abreviada.

Al llegar a Nueva Escocia el 21 de septiembre, Peary dejó el Roosevelt para tomar un tren a Maine. En una parada en el camino, se reunió con Thomas Hubbard y Herbert Bridgman, oficiales del Peary Arctic Club, un grupo de ricos hombres de negocios que financiaron las expediciones de Peary a cambio de que a sus descubrimientos le pusieran sus nombres en los mapas. Los tres hombres comenzaron a diseñar una estrategia para socavar el reclamo de Cook por el Polo.

Cuando llegaron a Bar Harbor, Maine, Hubbard tenía una declaración para la prensa en nombre de Peary: "Con respecto al Dr. Cook... que presente sus registros y datos a alguna autoridad competente, y deje que esa autoridad saque sus propias conclusiones de las notas y registros... Las pruebas que tenga el comandante Peary de que el Dr. Cook no estaba en el Polo pueden presentarse más tarde”.

 

El mismo día que Peary llegó a Nueva Escocia, el 21 de septiembre, Cook llegó a Nueva York entre los vítores de cientos de miles de personas que se alineaban en las calles. Emitió un comunicado que comenzaba: "Vengo del Polo".

Al día siguiente se reunió con unos 40 reporteros durante dos horas en el hotel Waldorf-Astoria. Cuando se le preguntó si se oponía a mostrar su diario polar, Cook "mostró libremente" un cuaderno de 176 páginas, cada una llena de "cincuenta o sesenta líneas de escritura a lápiz con los caracteres más diminutos", según informes de dos periódicos de Filadelfia: el Evening Bulletin y el Public Ledger.

Cuando se le preguntó cómo fijó su posición en el polo, Cook dijo midiendo la altitud del sol en el cielo.

 ¿Mostraría su sextante? Cook dijo que sus instrumentos y registros estaban en camino a Nueva York y que se habían hecho arreglos para que los expertos verificaran su precisión.

 

Cuatro días después, recibió un telegrama de Harry Whitney. "Peary no permitiría subir nada que le pertenezca a bordo", decía. "... Nos vemos pronto. Explicaré todo."

 

Cook escribiría más tarde que se le “clavo una espina  en el corazón" al darse cuenta de las implicaciones del mensaje de Whitney. Aún así, siguió dando entrevistas sobre su viaje, brindando detalles sobre su carrera final hacia el polo y su lucha de un año para sobrevivir al viaje de regreso. Peary le había dicho a un reportero de Associated Press en Battle Harbour que esperaría a que Cook "emitiera una versión autorizada completa de su viaje" antes de hacer públicos sus propios detalles. La estrategia de Peary de retener información, le dio la ventaja de ver lo que Cook tenía de sus descripciones polares, antes de ofrecer la suyas propias.

 

Sin embargo, a corto plazo, los relatos más completos de Cook lo ayudaron en su predica. Con los dos reclamos en la lucha por el polo, los periódicos encuestaron a sus lectores sobre a cual explorador preferían. Los lectores de Pittsburgh Press apoyaron a Cook: 73,238 a 2,814. Los lectores de Watertown (N.Y.) Times favorecieron a Cook en una proporción de tres a uno. El Toledo Blade contó 550 votos para Cook, 10 para Peary. Pero cuando septiembre se convirtió en octubre, la campaña de Peary contra Cook tomó impulso.

Primero, el Peary Arctic Club cuestionó la afirmación de Cook de haber escalado el monte McKinley en 1906. Durante años, un herrero llamado Edward Barrill, que había acompañado a Cook en la escalada, les había estado contando a sus amigos, vecinos y periodistas sobre su ascenso histórico. Pero el Peary Arctic Club emitió una declaración jurada firmada por Barrill y notariada el 4 de octubre diciendo que la pareja nunca había llegado a la cima. El documento fue publicado en el New York Globe, propiedad del presidente del Peary Arctic Club, Thomas Hubbard, quien declaró que el caso McKinley arrojaba dudas sobre la afirmación polar de Cook.

 

El 24 de octubre, el New York Herald informó que antes que se firmara la declaración jurada, Barrill se había reunido con los representantes de Peary para discutir una compensación financiera por llamar a Cook un mentiroso. El periódico citó al socio comercial de Barrill, C. C. Bridgeford, diciendo que Barrill le había dicho: "Esto significa entre $ 5,000 y $ 10,000 para mí". (Más tarde, la afirmación de Cook sobre el ascenso al McKinley sería cuestionada por otros y con más detalle. Actualmente, muchos miembros de la comunidad de montañistas descartan la idea de que llegó a la cima).

Una semana después de que apareciera la declaración jurada de Barrill en el Globe, Peary publicó una transcripción del interrogatorio de Etukishook y Ahwelah a bordo del Roosevelt. Se citó a los hombres diciendo que ellos y Cook habían viajado solo unos días al norte en la banquisa de hielo y se ofreció como prueba un mapa en el que se decía que habían marcado su ruta.

 

También en octubre, la National Geographic Society, que durante mucho tiempo había apoyado el trabajo de Peary y aportado $ 1,000 para la última expedición polar, nombró un comité de tres hombres para examinar sus datos. Un miembro era amigo de Peary; otro era el director del Servicio Costero y Geodésico de Estados Unidos, al que Peary había sido asignado oficialmente para su última expedición, y el tercero había sido citado en el New York Times como "un escéptico sobre la cuestión del descubrimiento del Polo por Cook". "

En la tarde del 1 de noviembre, los tres hombres se reunieron con Peary y examinaron algunos registros de su viaje; esa noche, miraron, pero según el propio relato de Peary, no examinaron cuidadosamente, los instrumentos del explorador contenidos en un baúl en la sala de equipajes mal iluminada de una estación de tren en Washington, DC. Dos días después, el comité anunció que Peary efectivamente, había llegado al polo Norte.

 

Peary made this photo of his team which included Henson and Inuits Ooqeah, Ootah, Egingwah, and Seeglo in the far north.

Para entonces, Cook tuvo que cancelar una gira de conferencias que acababa de comenzar debido a una laringitis y lo que él llamó como "depresión mental". A finales de noviembre, basándose en su diario, completó el informe prometido a la Universidad de Copenhague. (Decidió no enviar su diario a Dinamarca por temor a perderlo).

En diciembre, la universidad, cuyos expertos esperaban sus registros originales, anunció que la afirmación de Cook "no estaba probada". Muchos periódicos y lectores estadounidenses interpretaron ese hallazgo como un "refutado".

"La decisión de la universidad es, por supuesto, final", relató el ministro de los Estados Unidos en Dinamarca, Maurice Egan a la Associated Press el 22 de diciembre de 1909, "a menos que el asunto deba reabrirse mediante la presentación del material perteneciente a Cook, que Harry Whitney se vio obligado a dejar ".

Para entonces, la cobertura de noticias, junto con los festejos públicos a Peary por parte de sus partidarios, comenzó a inclinar al público hacia su lado. Cook no ayudó a favor de su causa cuando partió hacia el exilio de un año por Europa, durante el cual escribió su libro sobre la expedición, My Attainment of the Pole. Aunque Cook nunca más regresó al Ártico, Whitney si lo hizo, y llegó al norte de Groenlandia en 1910. Los informes están en conflicto sobre cuán a fondo buscó los instrumentos y registros de Cook, pero en cualquier caso nunca los recuperó. Tampoco nadie más en los años posteriores.

 

En enero de 1911, Peary compareció ante el Subcomité de Asuntos Navales de la Cámara de Representantes de Estados Unidos para recibir lo que él esperaba, sería el reconocimiento oficial del gobierno como descubridor del Polo Norte. Trajo consigo su diario de viaje. Varios congresistas se sorprendieron por lo que vieron, o no vieron, en sus páginas.

"Un libro limpio y muy bien mantenido", señaló el Representante Henry T. Helgesen de Dakota del Norte, preguntándose en voz alta cómo podría suceder eso, considerando la naturaleza del pemmican. "¿Cómo fue posible manejar esa comida grasosa y sin lavarse,  escribir en un diario todos los días, y al final de dos meses ese mismo diario no demuestre marcas de dedos o de un uso rudo?"

A esta y a otras preguntas, Peary dio respuestas que varios miembros del subcomité consideraron insuficientes. El presidente del subcomité, el representante Thomas S. Butler de Pensilvania, concluyó: "Tenemos su palabra... su palabra y sus pruebas. Para mí, como miembro de este comité, le acepto su palabra. Pero de sus pruebas, no sé nada en absoluto”.

El subcomité aprobó un pensión honoraria a Peary por 4 votos contra 3; la minoría dejó constancia de "dudas profundamente arraigadas" sobre su afirmación. El proyecto de ley que fue aprobado por la Cámara y el Senado  y que el presidente William Howard Taft firmó en marzo, evitaba la palabra "descubrimiento", y atribuía a Peary sólo "la exploración del Ártico que lo llevó al Polo Norte". Fue colocado en la lista de jubilados del Cuerpo de Ingenieros Civiles de la Armada con el rango de contralmirante y recibió una pensión de $ 6,000 anuales.

 

 

                                      First camp at the Pole, 21 April 1908 (Cook).

Cook en el Polo Norte

Después de lo que percibió que fue como un examen hostil de su trabajo, Peary nunca volvió a mostrar su diario polar, documentos de campo u otros datos. (Su familia consintió en el examen de los registros que llevaron al artículo del National Geographic de 1988 que concluía que probablemente falló en su objetivo). De hecho, rara vez habló públicamente del Polo Norte hasta el día en que murió de anemia perniciosa, el 20 de febrero de 1920, a la edad de 63 años.

Las primeras dudas sobre la afirmación de Cook, la mayoría de las cuales emanaron del campo de Peary, llegaron a eclipsar cualquier duda contemporánea sobre la afirmación de Peary. Después de que Cook regresara a los Estados Unidos en 1911, algunos miembros del Congreso intentaron entre  1914 y 1915 reabrir la cuestión acerca de quién descubrió el Polo Norte, pero sus esfuerzos se desvanecieron con el advenimiento de la Primera Guerra Mundial.

Cook entró en el negocio del petróleo en Wyoming, Texas, donde en 1923 fue acusado de fraude postal relacionado con el precio de las acciones de su empresa. Después de un juicio donde se presentaron 283 testigos, incluido un examinador bancario que testificó que los libros de Cook estaban en orden, un jurado lo condenó: "Por fin ha llegado al punto en el que no puede engañar mas a nadie", reprendió el juez de la corte de distrito John Killits a Cook, antes de sentenciarlo a 14 años y nueve meses de prisión.

 

Mientras Cook estaba en la penitenciaría federal en Leavenworth, Kansas, se descubrió que parte de la tierra que su compañía petrolera ahora disuelta había arrendado,  era parte del Yates Pool, el yacimiento de petróleo más grande del siglo, en los Estados Unidos continentales.

En libertad condicional a partir de marzo de 1930, Cook dijo a los periodistas: "Estoy cansado y voy a descansar". Pasó su última década viviendo con las dos hijas de su segundo matrimonio y su familia. El presidente Franklin D. Roosevelt indultó a Cook unos meses antes de morir por complicaciones de un derrame cerebral, el 5 de agosto de 1940, a la edad de 75 años.

Las notas que Peary y Cook informaron haber dejado en el polo nunca se encontraron. El primer viaje indiscutible por tierra al Polo Norte no se realizó sino hasta 1968, cuando un grupo encabezado por un minnesotano llamado Ralph Plaisted, llegó en una expedición con motos de nieve. Pero también otros exploradores precedieron a Plaisted, que llegaron por aire y por mar y confirmaron las descripciones originales de Cook del mar polar, las islas de hielo y la deriva hacia el oeste del hielo polar. Así que la pregunta persiste: ¿cómo pudo Cook acertar tanto si nunca l
legó al Polo Norte en 1908?




















Oficinas del Explorer Club de NY

 

Bibliografia y fuentes

Sitio web: Smithsonian Magazine | April 2009

https://www.smithsonianmag.com/history/who-discovered-the-north-pole-116633746/

Fergus, Fleming. La conquista del Polo Norte, 2007. Tusquets Editores S.A. Cesare Cantu 8, Barcelona

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Fotos del Explorer Club de NY, propiedad del autor.