miércoles, 9 de noviembre de 2011

Cueva del Guácharo y Cuenca del Orinoco


Cueva del Guácharo y Cuenca del Orinoco

Por Federico Serino, Explorer Club

Fecha: febrero 2006


Este relato comienza en la localidad de El Tigre, estado de Monagas en los “llanos” venezolanos, una de las áreas petroleras mas productivas de Sudamérica. Luego, el recorrido me llevó a Maturín, hacia el Sudeste, Anaco, llegando a Ciudad Bolivar; alternando con unas salidas hacia Puerto La Cruz, Cumaná, Isla Margarita y los Roques.

Nota: Las disciplinas de escalada, montañismo y la espeleología son actividades de riesgo. Las montañas y las cuevas constituyen un ambiente cambiante y de riesgo. Se recomienda iniciar cursos con personal competente y la utilización de equipamiento homologado y actualizado.


Venezuela, foto web


Los pobladores locales son muy amables y relajados,  pero me sorprende el nivel de timidez que expresan algunos: ante una pregunta no saben que responder, solo muestran una sonrisa que es suficiente como respuesta.

Pobladores locales, mostrando la pesca del día



El paisaje es increíblemente agreste y salvaje, a pesar que no estaba cerca realmente de ningún lugar conocido, ya que las áreas de extracción de petróleo están en recónditos parajes.


En la foto debajo, se ve una laguna de petróleo que los locales llaman el "volcán de lodo". La historia es la siguiente: Antiguamente era un pozo en perforación, en algún momento se descontroló la situación y se incendió. La única forma de sellar la boca del pozo fue poniendo dinamita para que, con la explosión, poder parar las enormes llamaradas de fuego que salían. Como lo lograron parcialmente, comenzaron a llenarlo con cientos de toneladas de cemento hasta que fue formaron literalmente un "volcán", de ahí el nombre. Los locales cuentan que lamentablemente se usó también para hacer desaparecer gente no deseada... en fin son solo leyendas....

"Volcan de lodo"
Organizamos junto a mi colega y amigo Fabio Díaz, una salida hasta el mítico río Orinoco, que junto con el Amazonas, forman una de las cuencas acuíferas más grande del planeta. Del lugar donde estábamos teníamos aproximadamente unas 2 hs. de bus.

Izq. Federico Serino; centro, amigo venezolano; der. Fabio Diaz



Uno de los tributarios del Orinoco








El hotel donde nos alojábamos es muy confortable, pero pasan cosas curiosas: se corta la luz, traen la comida que el mozo quiere y no la que le uno pide, pero todo forma parte del folclore que conocemos en nuestros queridos países latinoamericanos.

La otra expedición que realizamos fue hasta la “Cueva del Guácharo” que se encuentra en los Estados de Monagas y Sucre. La conforman rocas sedimentarias de 130 millones de años durante la era secundaria. El mar se retiró producto del levantamiento de la corteza terrestre, dando origen al Macizo Oriental. La erosión hídrica, produjo filtraciones que originaron toda una red de ramales y galerías intercomunicadas.


Camino a la Cueva del Guácharo
Entrada al Museo "Alexander Humboldt"



Placa recordatoria

Fue estudiada por Alexander von Humboldt y descrita en las memorias de su viaje por América del Sur.


Interior de uno de los pasajes


Espeleotemas



Estalactitas y diferentes espeleotemas








El guácharo (Steatornis caripensis), también conocida como ave de las cavernas, es una especie de ave de la familia Steatornithidae, propia de Sudamérica.
Es la única especie del género Steatornis y de la familia Steatornithidae. Es un ave frugívora nocturna y una de las pocas aves, y la única nocturna, que navegan por ecolocación en condiciones de poca visibilidad.


Guácharo, ejemplar disecado expuesto en el Museo Humboldt

HÉCTOR REFSGAARD y DORITA VILLALONGA, dos adelantados de la exploración



HÉCTOR REFSGAARD y DORITA VILLALONGA, dos adelantados de la exploración
Por Federico Serino, Miembro del Explorer Club

Conocí a Héctor y Dorita allá por el 94, en un vuelo que realizaba junto a mi colega y amigo, Gerardo Raposo, hacia Malargüe, en Mendoza. Como nos quedábamos algunos días en la zona, comencé a averiguar para realizar un reconocimiento a la “Caverna de las Brujas” y alguna otra cavidad que se encontrara por la zona.

El encargado del aeropuerto me dio el teléfono de dos conocidos investigadores espeleólogos de la zona: Héctor Refsgaard y Dora Villalonga.
No tuve mas que llamarlos y se vinieron al aeropuerto… tuvimos una amena e instructiva charla donde me ofrecieron todos sus conocimientos sobre la zona donde se encuentra la caverna y todos los datos que tenían de la zona del Sosneado y Los Molles.

El tiempo se pasó muy rápido y quedamos en vernos nuevamente. Pasaron varios años, y en el 2007 volví a verlos. Mantenían su amabilísima disponibilidad y su trato afable.

Para mi es un orgullo conocerlos y que hayan formado parte de mis experiencias.


Hector Refsgaard, Federico Serino, Dora Villalonga, Aeropuerto Malargüe

Hector Refsgaard, Federico Serino, Dora Villalonga, detrás Beechcraft B200 LV- WIO



DORA Y HÉCTOR REFSGAARD

DOS APASIONADOS POR EL TURISMO

Hector y Dorita, año 2011
Hector Resfgaard (foto de su web personal)

Dorita Villalonga (foto de su web personal)



Por: Eduardo Araujo. Publicación: Ser y Hacer de Malargüe

La actividad turística en nuestra zona se remonta a varias décadas, cuando algunos visionarios realizaron inversiones en la zona de El Sosneado y Los Molles movidos por el termalismo, a lo que luego agregaron como complemento el desarrollo del esquí, en condiciones un tanto precarias si se quiere.

Extractado de : [SAE] Sociedad Argentina de Espeleologia

Producto de la difusión que esas actividades tenían en el resto del país es que llegaron por primera vez a nuestro suelo el matrimonio protagonista de nuestra historia de vida.

Yeo Héctor Resfgaard nació en Buenos Aires el 17 de noviembre de 1924, hijo de madre inglesa y padre dinamarqués. Tiene un hermano, nacido en Inglaterra, cuatro años mayor, que vive en Trelew y que por estos días planifica un viaje a su país de origen para esta a las 11 hs, del día 11, del mes 11, del 11 en Londres de donde guarda recuerdos imborrables.

Pero volviendo a Héctor hay que decir que siendo muy pequeño su familia se trasladó de Buenos Aires a Rafaela, Santa Fe, donde el padre se desempeñaba como mecánico.

“La vieja no me dejó salir de casa hasta los siete años, por lo que yo solamente habla inglés, cuando fui a la escuela aprendí a hablar en castellano” recordó.

Posteriormente la familia regresó a Buenos Aires. A los 14 años el joven Héctor ingresó a trabajar a la empresa Shell donde prestó servicios como traductor de inglés.

En 1948 tuvo oportunidad de visitar la capital inglesa donde presenció los juegos olímpicos jugados allí. De ese viaje guarda muchos recuerdos, entre ellos un banderín firmado por los atletas argentinos que obtuvieron medalla y un pedazo de llanta de bicicleta de un competidor que rompió su rodado.

“Soy un hombre que ha tenido 40 oficios en su vida, casi siempre relacionados con el inglés, más precisamente como intérprete” nos dice cuando lo interrogamos acerca de la forma cómo se ha ganado la vida.

Reconoce que el hablar el idioma materno y el francés han sido fundamentales para él.

Desde hace 61 años comparte sus días con Dora Villalonga, que nació el 26 de enero de 1928, en Buenos Aires.

Dorita estudió en la escuela alemana de la Capital Federal, donde aprendió esa lengua.

Mientras tenían un negocio en Olivos, Buenos Aires, llegó un cliente que los invitó a conocer el hotel Termas Lahuencó de Los Molles, propiedad de Víctor García. Una vez que llegaron al lugar se enamoraron de las montañas y, con el espíritu de aventureros que desde niños ambos tenían decidieron emigrar a nuestra provincia, estableciéndose un tiempo en General Alvear y más tarde en nuestro suelo habiendo habitado en Los Molles, Bardas Blancas, Laguna Blanca y la ciudad, donde residen actualmente.

Radicados en suelo malargüino comenzaron a relacionarse, una vez más gracias a los idiomas que dominan, con personas relacionadas con el rubro turístico. En la casa que ocuparon en Bardas Blancas recibieron a cientos de personas que llegan al paraje a quienes les mostraban piezas del museo que habían ido formando con objetos de distintos lugares. Guardan fotografías, recortes periodísticos, escritos, souvenirs y otros objetos que los turistas le fueron regalando a lo largo de tantos años en el rubro.

En 1988 realizaron el segundo curso de guías de turismo que se dictó en el departamento a fin de contar con la habilitación correspondiente para desempeñar la actividad que por años habían realizado de manera amateur.

Durante algún tiempo integraron una asociación de espeleología donde tomaron contacto, entre otras personas, con José G. Palacios, quien al descubrir una especie de fauna cavernícola la denominó “Troglospinatheca resdgaariorum sp” en homenaje a Dora y Héctor que participaron del proyecto bioespeleológico.

Los Resfgaard son los autores de un mapa turístico de Malargüe que contiene 100 atractivos, mucho de los cuales aún están sin explotar.

Héctor fue elegido concejal en la década de 1990, en representación de Movimiento Popular Malargüino.

Hace dos años Dorita recibió una distinción especial por ser la guía de turismo a nivel nacional de mayor edad. Además fue reconocida por su aporte a la promoción del turismo en Mendoza, por parte de la Secretaría de Turismo de la provincia.

El secreto para que tengamos turistas es atenderlos bien, podemos realizar muchas promociones, y eso está muy bien, pero si cuando la gente nos visita no somos atentos, hablamos con ellos, les ayudamos a solucionar los pequeños problemas que se les puedan presentar o no les damos buena información, es alguien que no regresa más y cuando se acuerde de Malargüe seguramente no será para bien” dice Dora, a modo de invitación para que todos tomemos conciencia de la importancia que tiene la industria sin chimeneas.

Dora y Héctor tienen una memoria prodigiosa, fundamentan cada visita que recibieron, cada carta que les llegó, cada obsequio que recibieron con las la documentación u objeto correspondiente. La timidez no es parte de sus personalidades, por el contrario. Para mantener un contacto más fluido con sus conocidos tienen correo electrónico y están pendientes del facebook, tal como lo hace cualquier jovencito de nuestros días.

Al cumplir cumplieron 50 años juntos se casaron por la iglesia católica, dejando de practicar el luteranismo.

Aunque las agencias de turismo prácticamente ya no utilizan sus servicios son muchos los conocidos que los llaman cada vez que pisan nuestra tierra para que los guíen por el extenso territorio malargüino, a lo que nunca ponen reparos pues sienten que “Malargüe necesita que todos trabajemos para que la gente que nos visita encuentre mucho más de lo que espera”.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

ASCENSO AL CERRO CAMELLO (2200 metros) CORDÓN CACHEUTA, MENDOZA




ASCENSO AL CERRO CAMELLO (2200 metros) CORDÓN CACHEUTA, MENDOZA

Fecha: Noviembre 2011

El cerro Camello, coordenadas S 33º 01´00” W 069º 05´16” (Google Earth), se encuentra en el cordón Cacheuta, paralelo a lo vieja ruta internacional que se dirige hacia Chile y que actualmente termina en la población de Cacheuta, Luján de Cuyo, a 30 km al sur de  Mendoza, Argentina.


Nota: Las disciplinas de escalada, montañismo y la espeleología son actividades de riesgo. Las montañas y las cuevas constituyen un ambiente cambiante y de riesgo. Se recomienda iniciar cursos con personal competente y la utilización de equipamiento homologado y actualizado.


Cerro Camello visto desde la ruta, se observa su particular forma de "joroba"


El primer relevamiento lo efectué en solitario, luego me acompañaron mi colega y amigo Darío Soneira y “Carli” Figueroa un fuerte y vigoroso montañista mendocino.

Der. Carli Figueroa. Izq. Federico Serino

Darío Soneira

Comenzamos el periplo a las 10 hs, de una soleadísimo día casi sin viento. Es notable como la segunda ascensión que realizamos fue después de una nevada de setiembre, que cubrió todos los cerros con un manto blanco, que le dio un toque distinto.
La senda comienza en la gran curva que efectúa la carretera en un cambio de dirección, donde un cartel de “máxima 70” indica el inicio del recorrido.(altura 1200 metros)


Cartel referencia
Luego de una gran torre de alta tensión, arribamos a un pequeño ofrendatorio con una virgencita que está rota.

Ofrendatorio Virgen


Continuamos el ascenso por un Pedreo en zigzag hasta que se llega a una serie de “jorobas” que le dan el nombre característico al cerro.

Vista hacia el Oeste


Vista hacia el Oeste, cadena montañosa paralela, al fondo: Cacheuta


A nuestra derecha, hacia el Este, queda el Cerro Comisión, que se puede ascender desde el llamado Rincón Suizo, unos kilómetros antes de llegar los piletones de agua que están a la izquierda de la ruta.

Luego de una “cumbre” en una de las “jorobas” recogimos un testimonio de cumbre dejado algún tiempo atrás.

Testimonio en una de las "Jorobas"

Seguimos el camino con rumbo NW donde hay que realizar un desnivel empinado que si bien no es peligroso, hay que efectuarlo con precaución.

Carli


Fede



Al fondo de izq a der: Cerros, Plata, Vallecitos, Rincón





Ablandando las botas para evitar las temibles ampollas
antecubre del Camello Norte (2200 metros)

Se sigue siempre hacia el NW hasta arribar a la cumbre del “Camello Sur” de 2000 metros de altura. Allí construimos una “apacheta” (pirca de rocas) donde dejamos nuestro testimonio de cumbre.

Cumbre!!
Testimonio


El "Gran Chiche" viniéndome a buscar... yo cansado!!

El tiempo que lleva el ascenso en condiciones normales es de 3 a 4 hs, y 2 hs a 2 ½ hs para el regreso.

Recordar llevar agua y abrigo, ya que si bien es un trayecto fácil, las condiciones de la montaña pueden cambiar abruptamente.

VISITA DEL NAVÍO OCEANOGRÁFICO CALIPSO, CON PHILIPPE COUSTEAU A BORDO. NOVIEMBRE DE 1972.




VISITA DEL NAVÍO OCEANOGRÁFICO CALIPSO, CON PHILIPPE COUSTEAU A BORDO. NOVIEMBRE DE 1972.

Este relato y la foto que lo ilustra, me fue brindado por mi gran amigo Hugo P. Castello, investigador argentino, pionero en el estudio de cetáceos en Sudamérica. Es un honor contar entre mis recuerdos con esta historia escrita por su puño y letra.
Federico Serino




Jacques y Philippe Cousteau en "Palmer Station", Antártida


Por Hugo P. Castello. Presidente del Explorer Club, Capítulo argentino

En noviembre de 1972, el Buque Oceanográfico “Calipso”, con el apoyo del gobierno argentino, recorrió las aguas del Atlántico Sur. Dos investigadores, también argentinos, se embarcaron en ese navío: Ricardo Bastida y Hugo P. Castello, el segundo realizó el trayecto entre Puerto Madryn, Chubut a Ushuaia, Tierra del Fuego. A bordo se encontraba también el experto francés R. Duguy del “Museum de Histoire Naturelle de La Rochelle”, Francia.
Se avistaron numerosas especies de ballenas y delfines en el derrotero entre Madryn a la Isla de los Estados, en el extremo Sureste del país, donde “la Calipso” fondeó y se exploraron cavernas litorales submarinas que aún hoy, casi cuarenta años después, no han sido estudiadas.

Frente a la isla de los Estados, se bajó el platillo submarino y los buceadores recogieron mariscos, muchos de los cuales contenían perlitas microscópicas. Una avutarda, que fue cazada en la isla, se sirvió de cena. Lo más exquisito de la vida a bordo eran los quesos y los finos vinos que se servían en cada comida.

Se exploró el viejo faro derruido, el “Faro del fin del mundo”; el antiguo cementerio, donde en una de las tumbas yacía enterrado un tal Capitán Payne, que realizaba su viaje de luna de miel con su flamante esposa a bordo.

Hugo P. Castello descendió en el puerto de Ushuaia  y “la Calipso” continuó viaje hacia las aguas antárticas hasta que un terrible accidente marcó su destino: El 28 de diciembre, el buque fondeó en Puerto Foster, Bahía Decepción, en la península antártica, donde Jacques Cousteau proyectaba realizar algunos estudios y filmaciones. En esa ocasión, el primer oficial de “la Calipso”, Michel Laval (N del A), murió en un accidente cuando el rotor de cola del helicóptero de a bordo golpeó al desdichado marino. Posteriormente se denunció el deceso a las autoridades judiciales de Ushuaia.
La Calipso” debió retornar a Ushuaia, con el cadáver del primer oficial a bordo y llegaron en vísperas de Nochebuena al puerto.

Al retornar a la Antártida, se realizaron las primeras tomas cinematográficas subacuáticas del continente antártico y ello dio lugar al largometraje “El viaje al fin del mundo” (1975) y cuatro capítulos para la TV sobre la Antártida (1974) de su famosa serie “El mundo submarino de Jacques Cousteau”.(N del A)

En la continuación de la odisea por aguas antárticas, ya en el año 1973, sufrieron una avería por causa del hielo y fueron socorridos por un buque de la armada chilena. Al llegar a puerto, la tripulación casi se sublevó, ya que consideraban que “la Calipso” no era un navío seguro para el hielo antártico (su casco era de madera, N del A).
Posteriormente siguieron su derrota por el Océano Pacífico hacia Estados Unidos.

Philippe Cousteau falleció en 1979 piloteando un avión PBY Catalina en el Río Tajo de Portugal, previamente había tenido un tremendo accidente en la Isla de Pascua y se había salvado. (Ver "Jacques Ives Cousteau, buceando en el mundo silencioso" de este mismo sitio WEB)



lunes, 31 de octubre de 2011

Don Cristóbal Colón


DON CRISTÓBAL COLÓN

¿Génova, 1451? – Valladolid, 20-mayo-1506

En memoria de Francisco Obregón

Por Federico J Serino, Presidente Asociación Amigos del Museo Arg. de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia". Miembro del “Explorer Club”

Prologo:

Esta es la historia del que considero fue el mas genial explorador de todos los tiempos. El porque de esta, mi elección, es simplemente porque, después de haber recorrido y buscado y sobre todo, haber intentado hacer de la exploración una forma de vida, considero que Cristóbal o Cristóforo o como se haya llamado, realizó todo lo que a mi me costó un esfuerzo titánico, en una época donde era muy difícil realizar actos de este tipo.

El diario de su primer viaje y el de su tercer viaje nos ha llegado de las copias de los originales del Almirante que hizo el fraile dominicano Bartolomé de las Casas Del segundo viaje, quedan las crónicas y los relatos que escribieron varios de los hombres que le acompañaron. El relato del cuarto viaje de Colón a América se encuentra en un manuscrito que escribió un copista anónimo y es una copia de la carta (con la fecha de 7 de julio 1503) que el Almirante escribió a los reyes describiendo su último viaje.

Sobre el diario y los relatos del Almirante al Nuevo Mundo que han llegado hasta nuestros días, podemos decir que ninguno se ha conservado en su original.

En general se puede adivinar qué párrafos han pasado por la mano de fray Bartolomé de las Casas y cuáles son colombinos de primera mano por el uso de la persona gramatical. Por ejemplo, cuando fray Bartolomé narra lo que hicieron Colón y sus acompañantes lo hace en tercera persona ("navegó", "vieron", etcétera) y cuando es el propio Colón quien habla, el fraile usa la primera persona ("vi", "partí", etcétera). Además para evitar confusión, normalmente, de las Casas aclara explícitamente cuando el texto es de Colón, usando frases como "estas son palabras formales del almirante"

Fue rechazado, criticado, negado y odiado, en su época y en la nuestra, pero no puede decirse que su descubrimiento no cambió el rumbo de los acontecimientos. “A quien hace nada, nada se le critica; a quien hace algo, todo le es criticado” decía otro famoso explorador de nuestras épocas: Jacques Ives Cousteau….

¡Colón, Pinzones, De la Cosa, Niño, Triana y a todos los marinos de la Santa María, La niña y La Pinta!, a ellos mi homenaje y respeto.


 Nota:: los párrafos en rojo corresponden a los originales que documentan lo escrito. 

El autor.


Mapa con los principales sitios Colombinos en Palos de la Frontera y Moguer




Interior de navío
 
Aunque su origen aún es una incógnita que parece no tener fin, parece existir un mayor acuerdo en considerar que nació en Génova en una fecha probable alrededor del año de 1451.

Un acta notarial de Génova, permite tener una mayor aproximación del año del nacimiento del descubridor, fechado el miércoles, último día de octubre de 1470, nos informa que Cristóforo tiene “mas de diez y nueve”, lo que nos lleva a la fecha estimada entre el 26 de agosto y el 31 de octubre de 1451.

 Fue, pues este varón, escogido de nación genovés, de algún lugar de la provincia de Génova… Cristóbal Columbo de Terra rubia” Fray Bartolomé de las Casas, Lib. I, cap. II, vol 62, págs. 41 – 45.

“Por cuanto una de las cosas principales que se requiere a la historia de todo hombre sabio, es que se sepa su patria y origen, porque suelen ser más estimados aquellos que proceden de grandes ciudades y de generosos ascendientes, algunos querían que yo me ocupase en declarar y decir cómo el Almirante procedió de sangre ilustre, aunque sus padres, por mala fortuna, hubiesen venido a grande necesidad y pobreza.” Colón, Fernando. Vida del Almirante Don Cristóbal Colón, Cap. I, pág 11

Sus padres fueron Domeneghino Colombo y Susanna Fontanarossa. Su abuelo era Giovanni Colombo, que falleció en el año 1444, este era originario de la aldea de Moconesi, en el valle de Fontanabuona y estaba establecido en Quinto, al Este de Génova. Tenía dos hijos: Antonio y Doménico (Padre de Cristóbal Colón)
De Doménico se conoce su existencia debido a un acta notarial donde consta su fecha de nacimiento: 21 de febrero de 1429.

Tuvo tres hermanos y una hermana. El mayor fue Giovanni Pellegrino, cuyo nombre también se perdió en la historia;  sus dos hermanos menores fueron: Bartolomeo, nacido en 1461 y Diego (Giácomo).

Su familia, sin ser rica, poseía cierto acomodo debido al negocio de telares que el padre ostentaba y a los ingresos complementarios que procuraba un pequeño comercio de quesosEl linaje del suyo dicen que fue generoso y muy antiguo, procedido de aquel Colón de quien Cornelio Tácito trata en el libro XII al principio, diciendo que trujo á Roma preso a Mitridates, por lo cual le fueron dadas insignias consulares y otros privilegios por el pueblo romano”,  Fray Bartolomé de las Casas, Lib. I, cap. II, vol 62, págs. 41 – 45).

“Y es de saber, que antiguamente el primer sobrenombre de su linaje, dicen que fue Colón, después, el tiempo andando, se llamaron Colombos los sucesores del susodicho Colón romano…Pero este ilustre hombre…quiso llamarse Colón…llamóse pues por nombre Cristóbal, conviene á saber, Christum ferens, que quiere decir traedor o llevador de Cristo… tuvo por sobrenombre Colón, que quiere decir poblador de nuevo…” Fray Bartolomé de las Casas, Lib. I, cap. II, vol 62, págs. 41 – 45.

El obispo (Fray Bartolomé de las Casas) era de una generación mas joven y no había conocido a Colón hasta después que el navegante hubo vindicado su fe.
Andrés Bernáldez, el cronista del reinado que conoció bien a Colón, y lo tuvo alojado en su casa, lo describe como un hombre de tierra de Génova, mercader de libros de estampa… que llamaban Cristóbal Colón, un hombre de muy alto injenio, sin saber muchas letras, muy diestro en el arte de la Cosmographia, e del repartir del mundo…” Bernáldez, cap. CXVIII, vol. I, pág. 357.

“Fue el Almirante hombre de bien formada y más que mediana estatura; la cara larga, las mejillas un poco altas; sin declinar a gordo o macilento; la nariz aguileña, los ojos garzos; la color blanca, de rojo encendido; en su mocedad tuvo el cabello rubio, pero de treinta años ya le tenía blanco”. Colón, Fernando. Vida del Almirante Don Cristóbal Colón, Cap. III, pág 17.


La infancia de Colón, como su fecha y lugar de nacimiento, también aparece envuelta en nebulosa. El mismo Almirante señala que desde muy joven aprendió el oficio de la mar, sin duda alentado por el carácter marinero de la ciudad de Génova y la ebullición del comercio mediterráneo que inundaba la ciudad.
“Muy altos Reyes: De muy pequeña edad entré en la mar navegando, y lo he continuado hasta hoy; la misma arte inclina, a quien la prosigue, a desear saber los secretos deste mundo; ya pasan de cuarenta anos que yo soy en este uso. Todo lo que hasta hoy se navega he andado Colón, Fernando. Vida del Almirante Don Cristóbal Colón, Cap. IV, pág 18.
De lo anterior escrito a los Reyes Católicos en 1501, podemos tomar tres afirmaciones: que era pequeño cuando comenzó a navegar, que hacía cuarenta años que había entrado en el mar, y que hasta entonces había navegado todos los mares conocidos. Nos sitúa sus comienzos de navegante alrededor del año 1461, cuando contaba con diez años de edad.

Parece ser que a los dieciocho años (1469) estuvo al servicio del corsario francés Guillaume de Casenove, quien asediaba las naves venecianas que comerciaban con Flandes por el Atlántico, hacia 1470. Un episodio mejor documentado refiere que Colón formó parte de la tropa que, al mando de Renato de Anjou, nombrado heredero de la reina Juana de Nápoles, se enfrentó a Alfonso V de Aragón y posteriormente a Juan II. Una tercera referencia, algo más dudosa, aparece en un documento que habla de un corsario que en 1473 asoló las costas valencianas y catalanas.

Por último, se sabe que Colón participó en una flota genovesa que hacia 1474-75 salió en defensa de la isla de Quíos (Turquía), asediada por los turcos, en donde los genoveses adquirían la goma.

Un año más tarde Colón aparece formando parte de una flota genovesa que se dirige a vender la goma de Quíos en los puertos de Inglaterra, Portugal y Francia. Siendo atacada por el corsario Casenove, el barco en el que Colón viaja naufraga y éste puede alcanzar a nado la costa de Portugal, asentándose en Lisboa, donde existe una amplia colonia genovesa.

Es en Lisboa donde Colón conocerá a su mujer, Felipa Moniz de Perestrello, de familia noble y afamada.
Algunas de las dudas que persisten sobre Colón, es que como siendo de origen humilde hijo de un lanero de Génova, pudo haberse casado con una persona del linaje de Doña Felipa.
La Dra. Anunciada de Colón, descendiente del Almirante es quien lo pone en duda, declarando el origen noble de la familia  Colón. Probablemente el joven Cristóforo ya fantasee con su pasado y cuente la historia que luego hará conocida Fray Bartolomé de las Casas cuando transcribe su diario: “…El linaje del suyo dicen que fue generoso y muy antiguo…

Durante estos años, Cristóbal Colón se dedicó al comercio y hubo de tratar con gentes marineras, que a buen seguro contarían historias sobre la existencia de tierras más allá del mar, sobre extraños objetos o troncos encontrados flotando y sobre naufragios en costas alejadas y desconocidas hasta entonces. En esta misma época (1481), Colón con  30 años, viaja a la costa oeste africana como miembro de la expedición de Diego d´Azambuja y a Inglaterra, portando productos desde Génova. El mismo Almirante declara, aunque algunos autores lo ponen en duda, que pudo haber tocado las costas de Islandia. No cabe duda de que todos estos viajes otorgarán a Colón una acreditada experiencia en las artes de navegación, así como un vasto conocimiento de la geografía de la época. En la mentalidad de científicos y navegantes de finales del siglo XV existen ya diversas ideas y concepciones que dan pie a la creencia de Colón en una ruta occidental hacia las Indias de la especiería -el oriente asiático- más corta y ajena al peligro que suponen la piratería y los turcos.

El Mediterráneo es por aquel entonces un mar demasiado estrecho y peligroso, donde naciones enemigas y piratas de toda clase dificultan o impiden la ruta que lleva hacia los ricos países orientales productores de especias y productos exóticos.

Unos siglos antes, Marco Polo, entre otros, abrió el camino de la larga travesía hacia Catay (China), demostrando además el beneficio económico que, no obstante el largo y peligroso viaje, puede deparar una carga de mercaderías traída desde Oriente. La ruta occidental por mar, más segura que la travesía terrestre y más  rápida que la marítima bordeando el sur de África, ya explotada por los portugueses, se convierte a mediados del siglo XV en un foco de especulaciones, configurándose paulatinamente en una creencia cierta sobre la que cada vez se acumulan más datos.

Paolo del Pozzo Toscanelli, en cuyas afirmaciones creerá Colón, no sólo piensa que debe existir una ruta occidental que libre del peligro de los turcos, sino además fija la distancia de la ignota isla Antilla del Atlántico con la isla de Cipango (Japón) en 2500 millas.
La correspondencia en la que Toscanelli habría afirmado a Colón la idea de alcanzar Oriente por Occidente, fue considerada apócrifa por Vignaud, uno de sus tantos biógrafos. Falsa o no, no resisto la tentación de publicar uno de sus párrafos: “…. Mucho placer hobe de saber la privanza y familiaridad que tienes con vuestro generosísimo y magnifientícimo Rey, y bien que otras muchas veces tenga dicho del muy breve camino que hay de aquí a las Indias, adonde nace la especiería,…” Levillier, Roberto. América la bien llamada. Cap II, pag. 57


El viaje de Colón a los nuevos territorios no debe explicarse como un hecho aislado o fruto de la mera casualidad. Desde algunos siglos antes se vienen produciendo diversos antecedentes que preparan el camino para la gran navegación transatlántica. Un antecedente claro sitúa a los vikingos tocando la costa americana hacia el año 1000.

En el mundo ibérico, las navegaciones exploratorias cada vez son más frecuentes, contribuyendo a crear un corpus de información geográfica y astronómica e incorporando nuevos territorios a los ya conocidos. Las innovaciones y mejoras técnicas o las incorporaciones de adelantos procedentes de otras culturas, como el astrolabio, facultan a las naves de los reinos ibéricos para realizar grandes travesías.

Desde el siglo XIII la acumulación de conocimientos, además del empuje demográfico y el dinamismo económico, parecen actuar a favor del descubrimiento de nuevas tierras.

En 1415 Enrique el Navegante fundó en Sagres un centro de estudios cartográficos y náuticos, que recogía las noticias y hallazgos procedentes de las exploraciones del litoral africano. Unos años más tarde, Juan II de Portugal instauró la Junta dos Matemáticos, encargada de elaborar tablas de navegación basadas en los conocimientos mallorquines y catalanes sobre el Mediterráneo.

El convencimiento de Colón en la posibilidad de establecer una ruta oceánica occidental pudo basarse, también, en las conversaciones que supuestamente mantendría con marineros tanto en el Puerto de Santa María como en Murcia, que asegurarían haber conocido costas lejanas tras ser arrastrados por el temporal. El dinamismo portugués en cuanto a sus exploraciones por África, fomentadas desde la corona, es una cuestión conocida en la época. En 1484 Diego Cao es premiado por el rey Juan II por sus exploraciones africanas, lo que sin dudad anima a Colón a presentar su proyecto a la corte portuguesa. Solicita al rey se le brinde tres carabelas con vituallas y mercaderías para comerciar, ser armado caballero, Almirante y Gobernador de los territorios descubiertos y adjudicarse un diez por ciento del beneficio económico que se obtenga de las nuevas tierras y participar con un octavo en cada barco que comerciase con los países hallados.

La negativa del monarca a secundar la operación parece provocada por estar inmerso en las exploraciones africanas, convencido de estar ya en la mejor ruta hacia oriente -la africana-, y comprometidas las arcas reales en la empresa.

Posiblemente, una vez rechazado el proyecto, pudo enviar una carabela que, tras seguir las indicaciones dadas por Colón, debió de volver de vacío. En los inicios de 1485 Colón pierde a su esposa y abandona Portugal, quién sabe si por deudas o acusado de conspirar contra el rey.

Lo cierto es que su hermano Bartolomé ofrece el proyecto a Enrique VIII de Inglaterra, quien también lo rechaza. Parte entonces Cristóbal Colón hacia Palos, para ofrecer su plan a los reyes de Castilla y Aragón.

El desembarco en Palos hubo de hacerse a causa de las noticias que circulaban en la localidad, conocidas de Colón, acerca de un viaje del piloto Alonso Sánchez de Huelva hacia el occidente atlántico.

Se supone que el prior de La Rábida, fray Juan Pérez, y el cosmógrafo fray Antonio de Marchena pudieron entregar el diario y una carta de ruta del piloto, que pudo usar Colón en su primer viaje. A través de diversos personajes interpuestos tienen noticia los Reyes Católicos del proyecto de Colón, siendo recibido por estos en Alcalá de Henares el 20 de enero de 1486.

Aparte de las ganancias económicas, la idea de Colón reunía en sí misma grandes aspiraciones del mundo cristiano de la época, como el comercio directo con Oriente, el contacto con los misteriosos reinos cristianos del Preste Juan y el remate al ideal de Cruzada con la toma definitiva de Jerusalén. Valedores de Colón fueron fray Juan Pérez y el contador mayor, Alonso de Quintanilla, quines consiguieron que una junta consultiva se reuniese en Córdoba para examinar sus ideas. Posiblemente fue el confesor de la reina Isabel, Hernando de Talavera, quien, contrario al proyecto, fomentó la negativa de la junta. Parece, además, que otras razones incidieron en el rechazo a apoyarlo, fundamentalmente la guerra establecida con el reino nazarí de Granada y las desmesuradas peticiones de Colón, ciertamente inéditas en la época.

Entre tanto se delibera en la corte de Isabel y Fernando, Bartolomé Colón ha pasado a Francia, donde ofrece el plan de su hermano a Ana de Beaujeu, regente durante la minoría de edad de Carlos VIII. En Francia tampoco se prestará demasiado crédito al proyecto. Las deliberaciones en la corte castellana duraron varios años, durante los cuales Colón no obstante fue mantenido por indicación de la Corona. Son años en los que Colón va ganando adeptos en la corte, como fray Diego de Deza, o el Duque de Medinaceli, en cuya casa se alojó por dos años. Una nueva negativa de la corte le empujó a marchar de España, pasando antes por La Rábida. Desde aquí fray Juan Pérez hace un último intento, escribiendo una carta a la reina Isabel, como resultado de la cual Colón es llamado a Santa Fe (Granada) para empezar a negociar. En este punto la intervención de Don Luís de Santángel, escribano de ración de la corona de Aragón, resulta crucial, pues persuade a la reina de la viabilidad y conveniencia del proyecto.

La negociación finaliza el 17 de abril de 1492, dando lugar a las Capitulaciones de Santa Fe. En ellas se determina que Colón y sus herederos ostentarán el cargo de Almirante en todos los territorios que pudiera descubrir, cobrando el quinto de las mercancías; se le nombra también virrey y gobernador de las tierras descubiertas, con poder para nombrar funcionarios; recibirá la décima parte de los tesoros conquistados o adquiridos y ejercerá de juez en cuantas cuestiones comerciales se pudieran suscitar; podrá participar con un octavo en cualquier expedición comercial que se emprendiese, obteniendo así un octavo de los beneficios. Se equipara así a Colón en rango con el Almirante de Castilla, con los mismos privilegios y mercedes, y su hijo Diego es nombrado paje del príncipe don Juan. Las pretensiones de Colón son inusitadas para la época, pues aparte de exigir un alto porcentaje sobre los beneficios de la empresa, sus aspiraciones políticas le convertirían de hecho en el segundo dignatario de Castilla tras la reina. Sus pretensiones son más desmesuradas aun considerando que se trata de un advenedizo, un extranjero apenas llegado que presenta un plan supuestamente inconcebible. El acuerdo con los reyes de Castilla y Aragón indica, por tanto, que en la mentalidad y conocimientos de la época ya estaba la posibilidad de realizar un viaje así. Además, juega a favor de Colón el hecho de que la toma de Granada ha acabado, lo que permite a los Reyes distraer su atención hacia otros asuntos y dedicar recursos al nuevo proyecto.

El 30 de abril de 1492 los reyes envían una misiva a Palos en la que ordenan la construcción de dos carabelas que pondrán al servicio de Colón, como pago o castigo contraído con anterioridad. El mismo Colón se desplaza a la localidad para formar la tripulación, encontrando reticencias hasta que interviene fray Juan Pérez y se enrola el afamado marino Martín Alonso Pinzón, ofreciendo una carabela propia. Con él se enrolan también sus hermanos Francisco Martínez y Vicente Yáñez Pinzón y el piloto Juan de la Cosa. Armadas las carabelas Pinta, Niña y la nao Santamaría, salen del puerto de Palos

Allí donde día tras día funden sus aguas el Río Tinto y el Odiel, la madrugada del 3 de agosto de 1492 las tres embarcaciones parten hacia una tierra y un futuro inciertos.

Viernes, 3 de agosto
“Partimos viernes tres días de agosto de 1492 de la barra de Saltés, a las ocho horas. Anduvimos con fuerte virazón hasta el poner del sol hacia el Sur sesenta millas, que son quince leguas; después al Sudoeste y al Sur cuarta del Sudoeste, que era el camino para las Canarias”. Anzoátegui, Ignacio. Los cuatro viajes del Almirante y su testamento. Pág. 17

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Hoy existe una nueva incógnita de dónde estuvo realmente situado el muelle del Puerto de Palos de donde zarparon los buques.
Actualmente, el “Muelle de las Carabelas” donde hay una réplica de las mismas, está en el “Paraje de la Rábida s/n, Palos de la Frontera, Huelva”

Y el montículo, sobre cuyo tope se encuentra el monasterio de la rábida

Ponen proa a Canarias, donde arribarán más tarde. Aquí repostan y hacen las oportunas reparaciones, tras lo que parten en dirección oeste

La duración de la travesía comienza a impacientar a la tripulación, surgiendo amagos de sublevación que son atajados por Colón mintiendo sobre la distancia recorrida y prometiendo regalos. La situación comienza a ser desesperada cuando Rodrigo de Triana (cuyo verdadero nombre es Juan Rodríguez Bermejo) avistó tierra el 12 de octubre, habiendo llegado a la isla Guanahaní (San Salvador, Watling). Durante este viaje realizó además exploraciones durante tres meses por otras islas cercanas, a las que bautizó como Juana (Cuba) y La Española (Haití). En ésta parece ser que tuvo el primer contacto con un jefe nativo, Guacanagari, quien le regaló objetos de oro.

“…Ya dije como yo había andado 107 leguas por la costa de la mar por la derecha línea de occidente a oriente por la isla de Juana, según el cual camino puedo decir que esta isla es mayor que Inglaterra y Escocia juntas; porque, allende de estas 107 leguas, me quedan de la parte de poniente dos provincias que yo no he andado, la una de las cuales llaman Avan, adonde nace la gente con cola; las cuales provincias no pueden tener en longura menos de 50 o 60 leguas, según pude entender de estos Indios que yo tengo, los cuales saben todas las islas.
      Esta otra Española en cierco tiene más que la España toda, desde Colibre, por costa de mar, hasta Fuenterrabía en Viscaya, pues en una cuadra anduve 188 grandes leguas por recta línea de occidente a oriente. Esta es para desear, y vista, para nunca dejar; en la cual, puesto que de todas tenga tomada posesión por Sus Altezas, y todas sean más abastadas de lo que yo sé y puedo decir, y todas las tengo por de Sus Altezas, cual de ellas pueden disponer como y tan cumplidamente como de los reinos de Castilla, en esta Española, en el lugar más convenible y mejor comarca para las minas del oro y de todo trato así de la tierra firme de aquí como de aquella de allá del Gran Can, adonde habrá gran trato y ganancia, he tomado posesión de una villa grande, a la cual puse nombre la villa de Navidad; y en ella he hecho fuerza y fortaleza, que ya a estas horas estará del todo acabada, y he dejado en ella gente que abasta para semejante hecho, con armas y artellarías y vituallas por más de un ano….” Carta de Colón a los Reyes Católicos, anunciando su llegada a las Indias
                                                           

En la Nochebuena de 1492 la Santa María embarrancó, lo que persuadió a Colón de aprovechar sus restos para construir un fuerte ("Navidad") donde quedarían 39 miembros de la expedición, para amistarse con los indios y establecer una colonia. Separada la Pinta tras la insubordinación de Martín Alonso Pinzón, quien se había ido a explorar la mítica isla de Babeque.

Colón parte con la Niña hacia España el 2 de enero de 1493, llevándole las corrientes a Lisboa. En esta ciudad, Juan II alega que las nuevas tierras son suyas, en función del tratado de Alcaçobas, lo que generará una polémica que no quedará saldada hasta la intervención del papa Alejandro VI y el acuerdo establecido por el Tratado de Tordesillas.

Vuelto a España, los reyes le reciben en Barcelona. Colón les trae presentes y lleva consigo a seis indios. Son los primeros indígenas bautizados, encargando los reyes a Colón emprender un nuevo viaje en el que llevará consigo a fray Bernardo Boyl y otros religiosos para convertir a la población.

El segundo viaje cuenta ya con un ingente despliegue de medios, lo que indica un interés colonizador. Se preparan mil quinientos hombres y diecisiete barcos cargados con vituallas y provisiones tanto para mantenerse como para fundar establecimientos permanentes. Entre los viajeros figuran el hermano de Colón, Diego, Ponce de León, fray Antonio de Marchena, Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa, Pedro Margarit, etc.

El regreso al fuerte Navidad es desolador, encontrando sólo restos que indican un ataque indígena y disensiones de los españoles, algunos de los cuales habrían partido a la región del cacique Caonabo con la esperanza de encontrar oro.

El 6 de enero de 1494 se fundó la primera ciudad, La Isabela, en un lugar malsano que provocó que fuera abandonada dos años más tarde, fundando Santo Domingo a instancias de Bartolomé Colón. Entre tanto, continuó Colón realizando exploraciones, convencido de estar ante las puertas de los reinos del Gran Khan. Así, reconoce por completo La Española y explora Cuba, Jamaica y algunas islas menores.

Tras dejar a Francisco Roldán como Alcalde Mayor de la Isabela, emprendió el viaje de regreso a España. Surgió entonces el conflicto entre Roldán y Diego Colón, que provocará la primera sublevación. Los desórdenes producidos llegan a oídos de la corona, quien envía un visitador para investigar. Como resultado, se presentan acusaciones contra Colón, que son ignoradas por los Reyes.

El 30 de mayo de 1498 parte Colón por tercera vez, con una flota de seis barcos y seiscientos hombres. Durante esta expedición realizó nuevas exploraciones, como las de la isla Trinidad, el golfo de Paria, en el continente americano, Asunción (Tobago) y Concepción (Granada), Margarita y Cubagua. A su regreso a La Española siguen los problemas generados por Roldán y otros españoles, contestadas por Colón con actuaciones soberbias y despóticas. Como resultado, la corona envió a un nuevo investigador, Francisco de Bobadilla, cuya autoridad negó Colón, por lo que fue encadenado y enviado preso a la Península. La protección real, aunque con algunas reservas, le procuró ser absuelto y que se nombrara un nuevo investigador en sustitución de Bobadilla, esta vez Nicolás de Ovando.

Para evitar conflictos, los Reyes prohibieron a Colón tocar La Española en su cuarto viaje, emprendido el 11 de mayo de 1502 junto con su hermano Bartolomé y su hijo Hernando, tocando las islas Caribes, Santa Lucía o Martinica, Santa Cruz, Puerto Rico, Honduras.

El viaje resultó descorazonador, pues el paso hacia las Indias, en el que Colón aun creía firmemente, no aparecía por ninguna parte. Parece ser que las penalidades y el carácter altivo de Colón empujaron a la tripulación a rebelarse, a lo que se sumó una fuerte tormenta y el mal estado de las naves.

De vuelta a España, Colón ha de ocuparse de hacer valer sus derechos, pleiteando con la Corona. A pesar de habérsele reconocido algunas mercedes, la situación interna de los reinos ha cambiado profundamente, tras fallecer la reina Isabel. Las reclamaciones al rey Fernando no son atendidas como quisiera, encontrándose éste en una difícil coyuntura política por la posible llegada al trono de Felipe el Hermoso. No obstante, Colón aun conserva algunas amistades entre los personajes influyentes de la corte, como Diego Hurtado de Mendoza o Cisneros. Entristecido y melancólico, Colón ve próxima su muerte, dictando testamento a favor de sus hijos, hermanos y de Beatriz Enríquez de Arana, mujer con la que compartió parte de su vida y madre de su hijo Hernando.

El 20 de mayo de 1506 muere aquejado de gota y otras enfermedades en la ciudad de Valladolid, sin conocer que en su exploración había dado con un continente desconocido hasta entonces por los europeos de su época y al que se dará el nombre de América, fruto de un equívoco al asignar su descubrimiento a Américo Vespuccio.

“…E Plugo a nuestro Señor Todopoderoso que en el año de noventa y dos descubriese la tierra firme de las Indias y muchas islas, entre las cuales es la Española, que los indios llaman Ayte y los monicongos de Cipango…” Testamento de Cristóbal Colon.




Tripulantes: 90 en total (Se conocen los nombres de 87), 40 en la Santa María, 26 en la Pinta, 24 en la Niña. La siguiente lista fue confeccionada en base a la placa conmemoratoria que se encuentra en el monumento a Colón, en Madrid y los numerosos aportes realizados por Alice Bache Gould
Listado de los tripulantes de las Carabelas, Madrid, España
Monumento a Cristóbal Colón, Madrid, España, donde están descriptos los marinos de cada embarcación

Nao Santa María.  “La Gallega(El nombre fue cambiado por Don Cristóbal por no considerarlo apropiado)
Desplazamiento 100 toneles (120 toneladas), Castillo a proa y popa, tres mástiles, 39 metros de eslora. Como su nombre lo indica, fue construida en Galicia. 
Debido a sus malas condiciones de navegabilidad  y a su calado, el día 25 de diciembre de 1492 encallaría en los bajos "Bahía del Caracol" (Costa Norte de Haití- La Española) y con sus restos se consturiría el primer asentamiento europeo en tierras americanas, el fuerte "Navidad"
Nao Santa María, Monasterio de la Rábida

 TRIPULANTES
Almirante: Don Cristóbal Colón
Armador: Juan de la Cosa
Escribano: Rodrígo de Escovedo
Sancho Ruiz de Gama
Rodríguez Sánchez de Segovia
Pero Gutiérrez
Diego de Arana (Cuñado)
Terreros
Rodrigo de Jerez
Rui García
Pero de Escovar
Francisco de Huelva
R  Fernández
Pedro de Bilbao
Bernardino de Tapia
Diego de Torpa
Diego de Mables
Francisco de Godoy
Francisco de Aranda
Juan Patiño
Juan del Barco
Juan del Villar
Sebastián de Mallorga
Juan de Moguer
Bartolomé de Torres
Alfonso Clavijo 
Pero Yzquierdo
Diego Perez Pintor
Gonzalo Franco
Contramaestre: Chachu
Tonelero: Domingo
Martín de Urtubia
Platero: Cristóbal Caro
Diego Leal
Antonio de Cuellar

Carabela Pinta
23 metros de largo, vela cuadrada. Desplazamiento 60 toneles. Construida en los astilleros de Palos, aunque era propiedad de Cristóbal Quintero y Gómez Rascón, su nombre venía de su anterior propietario, la familia de los Pinto.
Fue la primera de las naves en arribar a España. Lo hizo el 1 de marzo de 1493 en las costas de Bayona la Real, Galicia. Luego arribó junto a la Niña el 15 del mismo mes a las costas de Palos, tal como lo indicara la tradición.

Navío "La Pinta", Monasterio de la Rábida


TRIPULANTES 
Capitán: Martín Alonso Pinzón
Maestre: Francisco Martín Pinzón
Piloto: Cristóbal García Xarmiento
Juan de Jerez
Juan Vizcaíno
Juan Rodríguez Bermejo (Rodrigo de Triana)  Fue el marino que dio el grito ¡ Tierra! En  el monumento de la Plaza Colón de Madrid figura como dos personas distintas
Juan de Sevilla
G Hernández
G Alonso
G Rascon
Armador: Juan Quintero (viaja como marinero)
Diego Bermúdez
Juan Bermúdez
Alonso V de Mendoza
Álvaro P Osorio
Diego de Tordoya
Diego de Capilla
Domingo de Bermeo
F Fernández
Gonzalo F de Segovia
Gonzalo Fernández
Juan Morrillo
Juan de Cueva
P de Talavera

Carabela Niña o “Santa Clara”

Construida en los antiguos astilleros del Puerto de la Rivera de Moguer entre 1487 y 1490 en su botadura sobre el río Tinto, la nave recibió el nombre de "Santa Clara" (en honor al Monasterio de Santa Clara de dicha localidad), aunque pasaría a la posteridad con el nombre de sus propietarios, los Los hermanos Niño. Fabricada con maderas de pino y chaparro, su primitivo velamen latino fue transformado a velas cuadradas en la escala que la flotilla descubridora realizó en las Canarias, se le instaló, junto a sus palos de trinquete, mayor y contramesana, un nuevo palo de mesana. Las velas de La Niña carecían de rizos, por lo que no tenían un sistema de cabos que permitiera reducir la superficie en caso de fuerte viento. Las jarcais que sostenían los palos estaban enganchadas en los costados del buque. La carabela carecía de castillo de proa mientras que el alcázar era bastante pequeño.
Eslora 21 metros, Desplazamiento: 100 toneles, Manga: 6,28 metros, tripulación: 20 hombres
Navío "La Niña", Monasterio de la Rábida


TRIPULANTES 
Capitán: Vicente Yañez Pinzón
Armador y Maestre: Juan Niño
Pero Alonso Niño
Bartolomé Roldan
Francisco Niño
Juan Ortiz
Alonso Gutiérrez Querido
Pedro de Villa
Diego de Salcedo
Pedro de Acevedo
Luís de Torres
Francisco G Gallego
Francisco G Vallejo
P del arco del Álamo
Castillo
Diego Garría
Diego de Mendoza
Diego del Montalbenao
Francisco Jiménez
Jorge González
Juan de Mendoza
M de Logrosan
Tallarte de Lages
Tristan de San Jorge

Federico Serino, Isabel Chinen arribando a Palos de La Frontera. España


Monumento a los Reyes Católicos y Cristóbal Colón, Granada, España
Monumento al descubrimiento de América, Palos de la Frontera, España

Placa recordatoria en el monumento

Monasterio de la Rábida. Palos de la Frontera, España



Réplicas de los navíos, Puerto de Palos




Réplica de navíos, Puerto de Palos

Iglesia donde se dió la bendición a los navegantes antes de la partida, Moguer, España

Placa recordatoria

"La Fontanilla", fuente de agua donde se abastecieron los navíos, Moguer, España

Detalle placa en "La Fontanilla"



Casa natal de Martín Alonso Pinzón, Moguer, España

Monumento a Martín Alonso Pinzón

Muelle de Palos, Río Tinto

Señalando la posible antigua ubicación del muelle de Palos


Biblioteca Colombina, Sevilla, España



Tumba de Don Cristóbal Colón, Sevilla, España. Nota: La otra tumba del Almirante se encuentra en Santo Domingo. Probablemente las dos contengan restos mezclados de Cristóbal, Bartolomé (hermano) y Diego (hijo) Colón
Bibliografía

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de Madariaga, Salvador. Vida del Muy Magnífico Señor don Cristóbal Colón. Ed. Sudamericana, 9º edición,  1991. 537 pp.

Dyson, J. Christopher, P. COLON, Un hombre que cambió el mundo. EMECE editores, 1991. 227 pp.

Granzotto, Gianni. Cristóforo Colombo. Javier Vergara Editor, 1985. 356 pp.

Gould, Alice Bache. Nueva lista documentada de los tripulantes de Colón en 1492. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Gould, Alice Bache. Las tripulaciones de Colón. Boletín de la Real Academia de Historia. Madrid, 1924 -1944

Levillier, Roberto. América la bien llamada. Ed. G. Kraft, 1948. 293 pp.

Obregón, Mauricio. Colón en el Mar de los Caribes. Tercer Mundo Editores, 1991. 321 pp.